Park Geun-hye ha pasado en diez días de la residencia presidencial a un centro de detención. El Distrito Central de Seúl ha ordenado hoy su arresto por el escándalo de corrupción que durante meses ha convulsionado el país asiático. Unos pocos defensores de la expresidenta se habían concentrado a las puertas del centro con banderas nacionales y saludándola con gritos de “presidenta”.

La justicia ha decretado la prisión preventiva después de un interrogatorio de nueve horas en el quedaron acreditados suficientes indicios de delitos como el soborno, abuso de poder y filtración de secretos de Estado. Algunos de esos delitos suponen penas diez años por separado. El riesgo de que pudiera destruir pruebas también ha influido. La ley contempla la posibilidad de mantener a Park en el centro durante 20 días mientras la justicia estudia los cargos y es más que probable que pase recluida la totalidad del juicio.

DESCABELLO POLÍTICO

La humillante entrada en el centro de detención supone el descabello político de la que cuatro años antes ganara las elecciones por goleada y fuera glosada como la primera mujer en alcanzar la Casa Azul en un país aún muy machista. Park está acusada de proyectar su influencia para que Choi Soon-sil, una vieja amiga, exprimiera a las principales compañías surcoreanas. Hasta 65 millones de euros en presuntas donaciones acabaron en fondos que gestionaba Choi. Primero el Parlamento y después el Tribunal Constitucional sellaron su impeachment y la convirtieron también en la primera presidenta expulsada del cargo en más de tres décadas de democracia.

Park ha acabado en el mismo centro que Choi y Lee Jae-Yong, presidente en funciones del gigante Samsung. La prensa surcoreana establece hirientes comparativas estos días sobre los lujos de la residencia oficial y las estrecheces de su celda.