Solo son 28 páginas, pero no han dejado de alimentar las especulaciones desde que la Administración Bush optó por clasificarlas y excluirlas del informe final de la comisión que investigó los atentados del 11-S. Esas 28 páginas abordan la posible implicación de Arabia Saudí "o de algún miembro de su monarquía" en la financiación de los ataques. Varias agencias de seguridad estadounidenses han determinado que las pruebas no son concluyentes, pero no todo el mundo está convencido.

"Las 28 páginas se centran en quién financió el 11-S y el dedo apunta muy fuerte a Arabia Saudí como principal financiador", dijo en febrero el exsenador Bob Graham.

El asunto podría tener consecuencias explosivas. Las relaciones entre Washington y Riad atraviesan por uno de sus peores momentos y la Administración Obama se opone a las demandas de las familias de las víctimas del 11-S y miembros del Congreso para que se desclasifiquen los documentos.

La Casa Blanca se opone por temor a que se rompan los lazos históricos con el mayor productor de petróleo del mundo y porque teme que si acaba con el principio de inmunidad soberana, que impide perseguir judicialmente a gobiernos extranjeros en sus tribunales, otros países podrían hacer lo propio de forma recíproca, abriendo la puerta a una cascada de demandas. R.M.F.