Sofía y Vasiliki, dos gemelas de nueve años, estaban de vacaciones en la casa de verano de sus abuelos, en Mati, cuando los incendios las atraparon. El lunes pasado, junto con decenas más de personas, desaparecieron entre el caos y la muerte que el fuego, que avanzaba desbocado por el fuerte viento, creaba a su paso. Sus padres, desde entonces, las buscaron por todos los hospitales y comisarías de policía de la región de Atenas. Creyeron verlas por televisión y pidieron, desesperados, ayuda a todos los griegos para encontrarlas. Ayer fueron halladas, finalmente, de madrugada: Sofía y Vasiliki murieron el lunes, quemadas junto con sus dos abuelos.

Grecia, cinco días después, sigue preguntándose qué pasó. De momento hay contabilizados 88 muertos —la mayor tragedia de las últimas décadas—, pero la cifra subirá: aún quedan decenas de desaparecidos. El trabajo para recuperar todos los cuerpos tardará todavía semanas. Los vecinos de Mati y Rafina, además de bomberos y policías, culpan al ejecutivo de Tsipras de inoperancia. Aseguran que nadie les avisó del riesgo; que no había un plan de evacuación y que se impuso el sálvese quien pueda.

Las autoridades apuntan que las condiciones meteorológicas eran extremas, que fue imposible responder con proporción a 13 fuegos simultáneos y que las casas de Mati, muchas construidas con madera, fueron pasto fácil para las llamas. Tsipras dijo que es posible que se hayan cometido errores y que asumirá responsabilidades políticas, pero la oposición pide su dimisión.