La policía británica, a la búsqueda de la red terrorista detrás del atentado en Manchester Arena, ha dejado de compartir este jueves la información del atentado con los servicios de inteligencia de Estados Unidos. La medida ha sido adoptada tras las repetidas filtraciones a los medios de comunicación americanos de la investigación confidencial sobre el ataque. El Gobierno y las fuerzas de seguridad británicas están “furiosas” con las filtraciones, que han podido dañar las indagaciones en curso. La primera ministra, Theresa May, pedirá hoy explicaciones, personalmente, al presidente Donald Trump, cuando ambos se reúnan en la cumbre de la OTAN que tiene lugar en Bruselas.

La gran reserva de las fuerzas policiales británicas sobre la investigación en marcha del atentado de Manchester se ha visto burlada por los datos que continuamente llegaban de Estados Unidos. Desde allí, en un goteo constante, se reveló que se trataba de un ataque suicida, el nombre del terrorista y el número de víctimas.

La ministra del Interior británica, Amber Rudd, se quejó el martes de que los datos compartidos con el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos y otros servicios de Inteligencia hubieran salido a la luz antes de que el Reino Unido lo autorizara. El miércoles la ministra habló públicamente de la “irritación” que esta situación había creado. Sus quejas no sirvieron de nada. Por la tarde el 'New York Times' publicó imágenes procedentes de la investigación forense, fotos del lugar del ataque y de partes de la bomba, “potente y sofisticada”, que mató a 22 personas e hirió a más de 60.

RECIPIENTE METÁLICO

El diario estadounidense explicaba como el explosivo iba metido en un recipiente metálico, adherido a un chaleco negro o metido en una mochila de la marca Karrimor. También aludía a un detonador de pequeño tamaño en la mano izquierda, poco habitual. Sus características hacen pensar en que había un retardador o quizás un receptor para activarlo a distancia.

Las filtraciones ponen en peligro algo tan sensible como es la colaboración que desde hace mucho tiempo existe entre Estados Unidos y el Reino Unido en el intercambio de información sobre terrorismo. El sistema, basado en la confianza mutua, debe ser revisado, afirman fuentes relacionadas con la seguridad. El alcalde de Manchester, Andy Burnham, ha sido una de las muchas voces que ha condenado las filtraciones y ha calificado lo ocurrido de “arrogancia y falta de respeto”. “Me preocupa terriblemente y así se lo dije al embajador de Estados Unidos. No es aceptable. Hay una investigación en marcha y la información bajo control directo de la policía británica no puede salir a la luz pública”.

El cese unilateral de intercambio de datos entre los dos países sólo afecta a todo lo relativo con el atentado de Manchester.