El exgeneral serbobosnio Ratko Mladic, conocido como el carnicero de Srebrenica, fue condenado ayer a cadena perpetua por el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia (TPIY), que le consideró culpable de genocidio y crímenes contra la humanidad durante la sangrienta guerra de Bosnia (1992-1995). Más de 20 años después, el veredicto del TPIY -calificado de «victoria trascendental» por la ONU- consideró a Mladic culpable de 10 de los 11 cargos que se le imputaban.

La sentencia pone punto final al funcionamiento del TPIY, que será disuelto a finales de año después de haber juzgado y encarcelado en las últimas dos décadas a decenas de criminales de las guerras de los Balcanes.

Según los jueces del TPIY, Mladic, que ahora tiene 74 años, contribuyó «significativamente» a la eliminación de musulmanes y croatas bosnios entre mayo de 1992 y noviembre de 1995, periodo en el que el tribunal consideró demostrado que el acusado era el comandante en jefe de las fuerzas serbobosnias. Mladic «era totalmente consciente», según el TPIY, de las deportaciones, las detenciones forzadas, los asesinatos y la persecución de musulmanes que se cometieron en varias localidades de Bosnia.

El tribunal le ha condenado especialmente por su papel en el asedio de Sarajevo y la masacre de Srebrenica. El acusado, según los jueces, «compartía la intención del objetivo final» de exterminar a los habitantes musulmanes de Srebrenica, genocidio en el que fueron asesinados al menos 8.000 varones musulmanes y otros miles sufrieron saqueos y violaciones.

La masacre de Srebrenica, la peor matanza cometida en Europa tras la segunda guerra mundial, tuvo lugar en julio de 1995 después de que las tropas serbobosnias tomaran aquel enclave oriental, cerca de la frontera con Serbia, protegido por cascos azules holandeses. «Regalemos la Srebrenica serbia al pueblo serbio. Ha llegado el momento de vengarnos de los turcos [nombre despectivo para los musulmanes]», proclamó en aquellos días Mladic.

La sentencia considera probado que el exgeneral «propuso y ordenó personalmente» los bombardeos y disparos indiscriminados de francotiradores contra civiles en Sarajevo, capital que las tropas serbobosnias mantuvieron sitiada durante tres años y medio. Su intención en Sarajevo, agregó el juez Alphons Orie, era «destruir» a sus habitantes, impedirles el acceso al agua, comida y electricidad, y que los civiles «vivieran en una situación de estrés y asedio» que provocara el terror entre la población. Con el asedio se lograba «un objetivo común compartido» entre «un grupo de criminales» -afirmó Orie- que buscaba «limpiar» Sarajevo de habitantes musulmanes. En aquel sitio cruel murieron más de 10.000 personas, entre ellas unos 1.500 niños. También en Sarajevo se grabaron sus palabras, que sirvieron como prueba ante el TPIY, ordenando a la artillería serbobosnia que rodeaba la capital: «Disparen a Velusice [suburbio sarajevita]. Allí no hay muchos serbios». Cuando representantes de EEUU y la OTAN amenazaron en 1994 con bombardear las posiciones serbias, Mladic respondió: «¡Entonces yo bombardearé Londres!».

El juez Orie enumeró otros ejemplos de los crímenes cometidos por Mladic y sus soldados, como el incidente en el Puente Brhpolje, en 1992, en el que los musulmanes detenidos fueron obligados a saltar al río mientras los soldados serbios les disparaban. Murieron 22 hombres, y solo uno logró sobrevivir. El magistrado mencionó igualmente «las brutales y sistemáticas violaciones» a las que fueron sometidas las mujeres musulmanas, incluidas niñas de 12 años, detenidos por los serbios en Bosnia. Mladic no estuvo presente en la lectura final del veredicto, ya que sufrió una «crisis de hipertensión» y pidió a gritos un aplazamiento, lo que provocó que el juez le expulsara de la sala. Fue el último de sus intentos por retrasar un juicio caracterizado por sus problemas de salud y su insistencia en defender sus crímenes como actos de defensa del pueblo serbio. Durante los cinco años de proceso, siempre mantuvo su inocencia de todos los cargos.

La condena de Mladic, uno de los tres arquitectos de la limpieza étnica en Bosnia junto al expresidente serbio Slobodan Milosevic y el líder político serbobosnio Radovan Karadzic, fue recibida con alegría por las víctimas. «He hablado con varias personas, estaban con lágrimas de alegría. Se han olvidado por un momento del mal que nos ocurrió para mostrar la satisfacción por lo que a él le ha pasado hoy», declaró Camil Durakovic, exalcalde de la ciudad y superviviente.