Aunque aún es pronto para cuantificar el efecto de las nuevas sanciones contra Rusia recién aprobadas por el Congreso estadounidense y firmadas el miércoles por el presidente Donald Trump, no parece plausible que vayan a paralizar los gasoductos en construcción entre Rusia y Europa, aunque sí los ralentizarán. El mes pasado, mientras la legislación iba superando los trámite parlamentario en EEUU, el gigante del gas ruso Gazprom ya advirtió de la posibilidad de "retrasos", y optó por acelerar algunas obras en marcha. Además, en los últimos meses, ha venido adquiriendo en Asia tecnología inmune a eventuales sanciones para limitar la posibilidad que los trabajos se vean afectados.

La legislación concede al presidente de EEUU la capacidad de imponer sanciones a cualquier empresa que colabore en la construcción de gasoductos y oleoductos desde Rusia, ya sea mediante tecnología, financiación o logística. En su primera versión no se incluía ningún condicionante o limitación en este campo, lo que desencadenó furibundas protestas en la UE, en especial desde Alemania, que temía que dicha provisión afectara a los proyectos en curso, le obligara a aprovisionarse de gas licuado procedente de EEUU, más caro, y comprometiera en última instancia su seguridad energética.

Al final, tras una intensa labor de presión por parte de la UE, el texto legal exige al presidente que se "coordine con los aliados de EEUU" antes de decidir eventuales medidas contra empresas, lo que parece haber calmado en parte las inquietudes de Bruselas. Pese a ello, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha advertido que los Veintiocho reaccionarán "en cuestión de días" si son dañados sus intereses.

Dos proyectos en el punto de mira

Dos son los proyectos que podrían verse afectados por las nuevas sanciones. Por un lado, Nord Stream-2, un doble gasoducto submarino bajo las aguas del mar Báltico de 1.200 kilómetros de longitud entre las localidades de Ust-Luga, en la región de Leningrado (Rusia), y Greifswald, en el norte de Alemania, para aprovisionar de energía a Europa central, y que se añadirá al ya en funcionamiento NordStream, inaugurado en el 2011. Una vez concluída la construcción del Nord Stream 2, se doblará la capacidad actual de dicha infraestructura hasta situarla en 110.000 millones de metros cúbicos anuales.

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Por otro, Turkstream, una doble tubería de 1.062 kilómetros de longitud que recorrerá el fondo marino del mar Negro, entre Anapa y la costa turca, con capacidad para transportar 31.500 millones de metros cúbicos anuales de gas destinados al mercado turco y del sureste de Europa. Ambas infraestructuras permitirán a Rusia evitar el tránsito de su gas por Ucrania, país enfrentado con Moscú desde hace más de tres años.

Leonid Bershidsky, periodista ruso emigrado a Alemania tras la anexión de Crimea, ha constatado, en una columna en Bloomberg, que Gazprom, el ruso monopolio del gas, lleva ya tiempo trabajando en "el peor escenario posible". Una de las medidas que ha adoptado ha sido comprar, el año pasado, en Singapur, equipamiento para la instalación submarina de tuberías que le permita cumplir sus compromisos "sin necesidad" de contar con "socios europeos".

Además, está apretando el acelerador en algunos proyectos. El 23 de junio, el monopolio del gas ruso anunció en su página web que se iniciaban los trabajos de instalación de Turkstream en la costa rusa de Anapa, con la asistencia del presidente de la compañía, Alekséi Miller, y el presidente Vladímir Putin. Y ello, aunque todavía no se ha determinado el punto donde emergerá la doble tubería en territorio turco.

Reticencias del presidente Trump

La ley descarga en la figura del presidente de la Casa Blanca la decisión última de tomar medidas contra las compañías que colaboren con Rusia en la construcción de infraestructuras rusas de exportación de energía. Dadas las reticencias y las críticas del presidente Trump en el momento de estampar su firma en el documento, nadie cree que vaya a ser muy exhaustivo su aplicación. "No va a ser muy riguroso a la hora de implementar" la legislación, adelanta Bershidsky.

Medvédev denuncia una "guerra comercial" contra Rusia

Tras una suave reacción inicial por parte del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en los momentos posteriores a la firma de la ley que refuerza las sanciones, dirigentes rusos han empleado este jueves toda su artillería dialéctica contra EEUU. El primer ministro, Dmitri Medvédev, ha asegurado que "a Rusia se le ha declarado una guerra comercial", al tiempo que ha destacado la debilidad del presidente Trump. El líder de la Casa Blanca ha puesto de manifiesto "su total impotencia y ha cedido, de la forma más humillante, sus facultades al Congreso". El órgano legislativo quiere "apartarle del poder", considera Medvédev.

El presidente Trump, por su parte, ha reiterado este jueves las críticas a la legislación recién promulgada. En un tuit, el magnate neoyorquino ha constatado que las relaciones con Rusia se hallan "en uno de los niveles más bajos", algo que considera "muy peligroso". "Pueden dar las gracias al Congreso", ha remachado.