“Podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía América Latina tiene”. Con estas palabras Francisco, “el papa que vino del sur”, como se ha definido ante el mundo, inició ayer en Quito, la capital ecuatoriana, su primera gira pastoral por América Latina, que incluye a Bolivia y Paraguay. No es una visita menor: se trata de una región que reconoce como fuente inspiradora y que, además, representa al 40% dela población católica en el planeta.

El pontífice fue recibido por el presidente Rafael Correa, educado también por los jesuitas y un fuerte creyente que no considera incompatible su ideario de izquierdas con la devoción católica. “Podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”, le dijo Jorge Bergoglio quien dejó que Correa hablara por él. El mandatario lo citó más de una vez en su discurso de recepción. Dijo que “el gran pecado social de nuestra América es la injusticia” y que hay en la región una “insultante opulencia de unos pocos al lado de la más intolerable pobreza”. Con las repercusiones del triunfo del NO en el plebiscito en Grecia de trasfondo, Correa definió al papa como “un gigante moral para creyentes y no creyentes” y no escatimó las glosas: “usted en su encíclica (“Laudatio si”) cuestiona el estilo de vida de los países ricos por insostenible y antihumano. Y acertadamente nos habla de la deuda ecológica que estos países tienen con los países pobres. La mejor forma de enfrentar este injusto orden mundial es con la unidad de nuestros pueblos”. “Le agradezco su consonancia con mi pensamiento, me ha citado demasiado”, le respondió a su turno el visitante.

CONOCIMIENTO DE LA REGIÓN

Francisco conoce bien a América Latina. De hecho, tuvo un fuerte protagonismo en el documento que la Iglesia elaboró en Aparecida, Brasil, durante la visita de su antecesor, Benedicto XVI. Bergoglio celebrará hoy una misa en el Santuario de la Divina Misericordia de Guayaquil. Volverá a la capital ecuatoriana para reunirse con Correa quien, en 1985, cuando Juan Pablo II estuvo en ese país, era un dirigente de los jóvenes católicos. En la actualidad, un 79% ecuatorianos se considera parte de la Iglesia Católica y un 23% reza a diario.El pontífice encabezará mañana en Quito una masiva ceremonia religiosa y, como buen jesuita que es, visitará una sede “La Compañía”. Tras reunirse con sacerdotes y conocer una casa de ancianos, volará en dirección a Bolivia.

“El Papa estuvo absolutamente seguro que su visita en Ecuador sería una gran fiesta del pueblo por todo el país y la acogida sería fantástica porque sabe que el pueblo lo quiere”, dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. Aseguró a su vez que nunca dudó en venir. Ecuador ha sido escenario en las últimas semanas de una fuerte disputa entre el Gobierno y la oposición, que rechaza un gravamen a la herencia y a la venta de inmuebles.

LOS DESAFIOS DE FRANCISCO

El papado de Francisco, según los especialistas, busca frenar ese constante flujo de católicos hacia el protestantismo en sus diferentes variantes pentecostales. Se espera que, a tono con los desafíos de la Iglesia Latinoamericana, los discursos del pontífice de origen argentino estén cargados de definiciones doctrinales pero, también, en temas de orden político y social. Lo que aguarda, en ese sentido, es que Bergoglio aproveche sus casi 20 intervenciones para darle otro impulso a las dos encíclicas que, hasta ahora, marcan el rumbo de su papado: “Evangelium gaudium”, que se centra en la misión evangelizadora de la Iglesia y, en particular, “Laudatio si”, su llamamiento al cuidado de la naturaleza, la “casa común”. Esta última ha sido interpretada como una fuerte crítica al sistema financiero mundial y a los costos sociales que provoca. El tono de la encíclica provocó especial malestar entre los sectores conservadores Estados Unidos.

El pontífice estará pocas horas en La Paz, el miércoles venidero. La atención está puesta especialmente en lo que diga en la región Santa Cruz de la Sierra. El papa fue invitado por el presidente Evo Morales a participar del Segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares. También oficiará una misa en la plaza del Cristo Redentor. Más allá de los mensajes de fuerte contenido social, el Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) puso en suspenso por unos días su credo político y se encomendó a la Providencia para que el papa haga aluna alusión a las aspiraciones bolivianas de recuperar una salida al mar. Bolivia ha entablado una demanda con Chile ante la Corte Internacional de La Haya para obligarla a negociar un diferendo que es resultante de la victoria militar chilena en la Guerra del Pacífico que se libró entre 1879 y 1883.

Bergoglio cerrará su gira en un Paraguay gobernado por un magnate, Horacio Cartés, que tiene fuertes enfrentamientos con los movimientos sociales y campesinos. El presidente, bendecido por la iglesia paraguaya, rechazó semanas atrás toda posibilidad de que se le practicara el aborto a una niña de diez años que había sido violada por su padrastro. Cartés recibirá a Francisco en Asunción, a donde, probablemente, viajen, además de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, sus colegas de Brasil, Dilma Rousseff y Uruguay, Tabaré Vázquez.