El presidente francés, Emmanuel Macron, se apuntó ayer un importante tanto diplomático al lograr reunir por primera vez en la misma mesa negociadora a los principales dirigentes libios y arrancarles el compromiso de celebrar elecciones presidenciales y legislativas el próximo 10 de diciembre.

Hasta ahora, todos los esfuerzos de la comunidad internacional para estabilizar un país sumido en el caos desde la caída de Muamar el Gadaffi en el 2011 habían fracasado. El poder de las diferentes milicias y el enfrentamiento entre el primer ministro libio, Fayez Seraj, y el hombre fuerte del este del país, el mariscal Jalifa Haftar, impedían la unidad necesaria para sacar al país norteafricano del marasmo.

Mostrar un frente unido y pactar una hoja de ruta política avalada por Naciones Unidas era el principal objetivo de la conferencia internacional sobre Libia organizada en el palacio del Elíseo. Además de los dos rivales, acudieron el presidente de la Cámara de Representantes, Aguila Salah Issa, y el presidente del Alto Consejo de Estado libio (Senado), Jaled Al Mishri, así como los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, representantes de la Unión Europea, la Liga Árabe y la Unión Africana y países vecinos con intereses en Libia.

«Nos comprometemos a actuar de manera constructiva con las Naciones Unidas para organizar elecciones leales y pacíficas, legislativas y presidenciales el 10 de diciembre y a respetar sus resultados», reza la declaración. Macron admitió, no obstante, que persisten numerosas dificultades ligadas al riesgo terrorista.

Para Francia, lograr la estabilidad en Libia es un asunto prioritario por las consecuencias para la seguridad que se derivan de su situación como país de retaguardia de los yihadistas del Estado Islámico, las mafias, el tráfico de armas y su posición estratégica como punto de partida del flujo de inmigrantes hacia Europa a través del Mediterráneo.