Estaba todo calculado. Las discrepancias internas ya eran mayúsculas, pero Frauke Petry esperó para hacer su anuncio. A primera hora del lunes 25 de septiembre, la exlíder de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) sorprendía a sus propios compañeros asegurando que no seguiría en las filas del partido y abandonando la sala. La noche anterior la formación ultraconservadora e islamófoba había sacudido el tablero político alemán obteniendo un 12,6% de los votos, que la situaba en tercera posición en las elecciones legislativas. Petry ya tenía su escaño asegurado en el Bundestag, el Parlamento federal.

Seis semanas más tarde, toda esa calculada y estratégica puesta escénica concluyó este domingo en la localidad de Rodgau. Frente a una pequeña audiencia concentrada en la sala de conferencias de un hotel, Petry presentó Blaue Wende (Vuelta Azul, en alemán), un nuevo partido político de derecha populista que pretende captar el voto liberal-conservador desencantado de diversos sectores ideológicos, críticos con las políticas migratorias de la cancillera Angela Merkel pero alejados de los exabruptos racistas y filonazis de AfD. Así, han dejado claro desde un principio que no tolerarán esas actitudes. “Tenemos una barrera de expulsión muy baja. Y la utilizaremos”, ha advertido Petry.

Teniendo en cuenta que AfD ya funciona como movimiento transversal de protesta contra el sistema y que atrae a ciudadanos de todos los espectros políticos y clases sociales, el recorrido de Blaue Wende puede ser muy corto. Sin embargo, su nacimiento ejemplifica las pugnas por el poder y las luchas de egos que existen en las entrañas de AfD.

GOLPE A ADF

Aún así, el adiós de Petry supuso un golpe interno para AfD mientras aún saboreaba el éxito electoral. Otros miembros importantes han abandonado el partido para sumarse a esta iniciativa que encabezará Petry junto a su marido, Marcus Pretzell, también eurodiputado y exlíder ultra en el ‘land’ de Renania del Norte-Westfalia. Además de varios diputados regionales, Petry también ha conseguido captar a miembros destacados como Anette Schultner, considerada representante del ala cristiana de AfD.

El supuesto posicionamiento moderado que exhibe ahora Petry es especialmente contradictorio con su pasado. En el 2014 encabezó la facción más islamófoba del partido para alzarse como nueva líder y destronar a su fundador, Bernd Lucke, quien consideró ese puñal político una claudicación a Pegida. Irónicamente, Lucke encabezaba el ala liberal-conservadora de la que ahora se apropia Petry. El año pasado pidió disparar a los refugiados que cruzasen la frontera sin permiso. Por su lado, Pretzell organizó este enero un acto en Coblenza para reforzar los lazos con otras fuerzas ultra del continente, como el Frente Nacional francés de Marine Le Pen, el PVV holandés de Geert Wilders, el FPÖ austríaco y la Liga Norte italiana.

UNA HISTORIA DE AMBICIÓN

La ambición y el resquemor de Petry vienen de lejos. Comandando la facción del partido en Sajonia, era considerada la líder indiscutible de AfD. Su candidatura a la cancillería se daba por hecha. Todo fueron sonrisas hasta abril. En la celebración del congreso del partido en Colonia, las bases reprobaron a su líder, entonces embarazada, y entregaron el poder a la dupla formada por el nacional-conservador Alexander Gauland y la euroescéptica Alice Weidel.

Relegada, Petry sufrió el mismo fratricidio político que había perpetrado en el 2014 con su antecesor. Pero en lugar de dar un paso al lado planeó con su marido una nueva estrategia. Si no podía ser la líder de AfD tenía que serlo en otro sitio. “Se ha revelado como una oportunista más preocupada por su carrera política que por los intereses ideológicos”, apuntan Andreu Jerez y Franco Delle Donne en el libro ‘Factor AfD’. Para estos expertos el nuevo paso de Petry la condena a convertirse en un “cadáver político”.