Ignacio y Ana disfrutaban de su primer día en Berlín cuando fueron sorprendidos por el ataque. «No he pasado más miedo en mi vida», afirman, todavía, con el susto en el cuerpo. «Nunca he sentido algo parecido».

Disfrutaban de un paseo por el mercadillo de Breitscheidplatz en Berlín cuando el camión irrumpió. Así describen el pánico que se vivió: «Lo único que pensé era que teníamos que salir de allí», «creo que si no llegamos a correr no lo contamos», afirma Ana. «Oímos un golpe muy fuerte y tiros» cuando, de repente, les sorprendió una avalancha de gente corriendo. «Me daba miedo poder perderla», reconoce Ignacio, que, según relata, iba corriendo mientras gritaba el nombre de su pareja. «Estábamos todos muy asustados y la aglomeración era impresionante». Cuentan cómo la mayoría de la gente se metía en el metro, aunque ellos decidieron seguir corriendo. «Solo de pensar meterme en el metro me agobiaba más», dice Ana.

Sin duda, lo que más recuerdan de ese momento fue el desconcierto. «No sabíamos lo que pasaba y lo poco que se hablaba era en alemán», pero tenían claro que era un atentado. Es complicado no pensarlo en esos momentos cuando, seguramente, la mente se llena de imágenes de Niza, París o Bruselas. Vivirlo en persona hace «replantearse la vida», afirma Ana, quien asegura que nunca pensó que le podría pasar, «vemos todo muy lejos, desde la tele, te crees que no te va a pasar y te pasa».

Cuando volvían al hotel, a pocos metros del atentado, vieron a la gente tirada en el suelo y cómo la zona se llenaba de ambulancias y policía, pero solo pensaban en poder conectarse para hablar con sus familiares, que estaban muy alarmados; al llegar los amigos no dejaban de hablarles por whatssapp para saber cómo estaban.

La joven pareja de Jauja (Lucena) decidió seguir disfrutando del viaje y dejar lo ocurrido en un susto. «Hemos tenido suerte, menos mal que estábamos un par de metros delante cuando ocurrió todo», dice Ignacio, consciente de que ya le ha tocado la lotería. «Además, seguro que ahora estamos en una de las ciudades más seguras», se consuela. Por tanto, ayer siguieron haciendo turismo por la ciudad, «había menos gente en la calle, también porque hacía mucho frío», reconoce Ana mientras comenta que le ha sorprendido no encontrarse con mucha policía; «esperaba más seguridad». Señala que algunos de los mercadillos navideños estaban cerrados en solidaridad, pero muchos otros abiertos con seguridad normal o apenas algún furgón de policía. Afortunadamente, todo quedó en un momento de pánico que pueden contar cuando lleguen a casa.