A menos de un mes para el referéndum de reforma constitucional en Turquía, el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, sigue pisando a fondo el acelerador en la campaña por el 'sí'. El controvertido mandatario turco ha vuelto a capitalizar los recientes encontronazos con países europeos para presentarse como víctima y adelantar que la Unión Europea podría dejar de contar con Turquía como aliado después de la consulta popular.

“En cuanto pase el 16 de abril (fecha del referéndum), nos sentaremos a negociar. Esto no puede seguir así. Turquía hará lo que sea necesario”, ha asegurado Erdogan en un encuentro sobre bosques celebrado este martes en Ankara.

Para el presidente turco, Europa es ahora mismo el continente “racista, fascista y cruel” de antes de la segunda guerra mundial. “Les pediremos cuentas por arrastrar a mi 'hermano' Hüseyin Kurt por el suelo en los Países Bajos”, ha agregado Erdogan, en referencia a un manifestante turco reprimido violentamente por la policía holandesa en Rotterdam cuando protestaba por la prohibición a dos ministros eurasiáticos de participar en un mitin a favor del 'sí' en Holanda.

Además, el jefe de Estado ha dicho que el país ya no se verá intimidado por el proceso de adhesión a la UE que, en opinión de Ankara, Bruselas utiliza a modo de palo y zanahoria. Sin embargo, una de las consideraciones previas a esta adhesión es la exigencia europea de acotar la definición de “terrorista”, un término que Turquía usa de manera recurrente para aligerar el peso de cualquier tipo de oposición. Ankara arguye que el contexto de lucha anti-terrorista no permite modificar ni una coma de su normativa.

ESPIONAJE EN SUELO TURCO

Asimismo, Erdogan ha añadido que no permitirá a ningún europeo radicado en suelo turco llevar a cabo “espionaje” bajo diversos pretextos. La prensa local opositora y la extranjera son percibidas a menudo por los acólitos de Erdogan como espías en territorio turco, y los controles a periodistas en distintos puntos del país se han convertido en habituales. “Con el sistema presidencial de después del referéndum, será una Turquía diferente”, ha adelantado Erdogan.

Este tipo de amenazas son comunes en la forma de Erdogan de entender la política y es probable que estos discursos se calmen tras el referéndum, dados los intereses políticos y económicos que comparten Bruselas y Ankara. El presidente turco utiliza de manera habitual la política exterior en clave nacional para captar votos.

De ganar el 'sí' en el plebiscito previsto para el 16 de abril, el polémico líder vería incrementados sus poderes ejecutivos y su influencia sobre el sistema judicial, y el país eurasiático pasaría a transformarse en una república presidencialista, algo que el propio Erdogan admite que sucede 'de facto' (ergo anticonstitucionalmente) desde su acceso a la presidencia en agosto de 2014.

Ankara vende el discurso de que el 'sí' en la consulta popular servirá para ensamblar una Turquía más fuerte que pueda hacer frente a este tipo de choques diplomáticos con la UE, considerados afrentas, así como terminar con el terrorismo, entre otros beneficios.