Osaba Abo El Ezz es médico cirujano en Alepo, coordinador de la American Medical Society. Tras la muertes de sus colegas, el último pediatra de la zona, Muhammad Wassim, y uno de los diez últimos dentistas, Mohammed Ahmad -fallecidos el pasado jueves en el bombardeo al hospital de Alepo-, ha escrito una desgarradora carta al diario 'The New York Times' en la que cuenta el horror de la vida esa ciudad. Allí ya no quedan ni ataúdes para enterrar a las víctimas, afirma el doctor que denuncia que toda la barbarie ocurre bajo la mirada de la comunidad internacional.

"El Doctor Wassim, y el Doctor Ahmad se han unido a los cientos de colegas que han sido asesinados durante los últimos cinco años de guerra civil. La organización Médicos por los Derechos Humanos cuenta ya al menos 730 asesinatos a personal médico. Atacar deliberadamente a Hospitales o a los trabajadores médicos se ha convertido en norma general", denuncia Abo El Ezz. A continuación, describe lo difícil que es cada día hacer su trabajo.

"Los doctores y enfermeros tratamos de poner nuestra cara más valiente a los pacientes. Sabemos que para la comunidad a la que servimos somos la última esperanza y los últimos defensores de la ciudad. Pero también estamos entre los caídos. Todos nosotros hemos perdido a nuestros hermanos sanitarios por bombas de barril o ataques con misiles, pero seguimos trabajando toda la noche. Estamos exhaustos, pero seguimos llevando a cabo nuestros turnos de 20 horas", añade el médico .

Abo El Ezz ha visto desmoronarse el 'cese de hostilidades'pactado en febrero. El doctor sostiene que pese a imperfecto, ofreció a los civiles sirios un breve respiro en cinco años de violencia. "La gente había empezado a recuperarse durante la tregua, a que les devolvieran la vida", afirma. "Pero ahora estamos viendo un nivel de destrucción que dejará en ruinas una ciudad que ya está devastada", asegura el doctor refiriéndose al alto al fuego firmado entre Rusia y Estados Unidos en un vago intento de detener la masacre que se ha costado cerca de 500.000 vidas en Siria.

CUERPOS SIN IDENTIFICAR

"Es difícil describir como es vivir en Alepo, como esperamos nuestra muerte. Algunas personas incluso rezan para que les llegue pronto y les saque de esta ciudad infernal. Los bombardeos han alcanzado tal nivel de ferocidad que incluso las piedras queman" cuenta. Él mismo explica que esta semana ha ayudado a enterrar un hombre cuyo cuerpo estaba tan carbonizado que nadie le pudo identificar.

"Nos estamos quedando sin ataúdes para enterrar a nuestros amigos, familiares y colegas", sentencia el doctor. "Los aviones nos sobrevuelan en busca de su nuevo objetivo, en ningún caso militar, sino civil; madres, padres, hermanas, hermanos, hijos e hijas, cuya suerte ha terminado. En ello es en lo que vivimos, en la suerte. Todo el mundo está aterrorizado. Nos sentimos abandonados y solos", se sincera el doctor.

"Lo que en su día fue la santidad universal de la neutralidad médica ha sido violada. Esta guerra ha prendido fuego a los largamente respetados acuerdos sobre Derechos Humanos, Principios Humanitarios y Ley Humanitaria", se lamenta tras los constantes ataques a profesionales dirigidos por todos los frentes a minar la moral de la población siria.

"Todos deberían sentirse indignados por estos sistemáticos crímenes de guerra y hacer lo que puedan para que cesen. La destrucción de Alepo está sucediendo bajo la atenta mirada mundial. Recemos para que termine. Por Alepo, por sus pacientes y por nosotros", sentencia el doctor buscando alguna respuesta efectiva por parte de la comunidad internacional.