Frenesí diplomático para una cumbre oficialmente cancelada. Seúl, Pionyang, Washington y Tokio multiplican las reuniones, las llamadas telefónicas y los vuelos para que Donald Trump y Kim Jong-un se encuentren en junio en Singapur. Quedan pocas dudas hoy de que los líderes estadounidense y norcoreano tendrán su ansiada foto aunque persisten dudas sobre el éxito de la cumbre.

Cuesta atender todos los movimientos de última hora. Corea del Norte, felizmente instalada en el aislacionismo durante años, ha puesto a trabajar a sus diplomáticos. Kim Chang-son, alto funcionario de la Comisión de Asuntos Exteriores y tercamente señalado por la prensa surcoreana como el mayordomo de Kim Jong-un, llegó anoche a Singapur tras una escala en Pekín. Allí se encontrará con una delegación estadounidense que partió de la base japonesa de Yokota.

El segundo flanco está encabezado por Kim Yong-chol, controvertido vicepresidente del Partido de los Trabajadores y exjefe del aparato de espionaje norcoreano. Fue visto anoche en el aeropuerto pequinés y, según fuentes diplomáticas citadas por la agencia nacional surcoreana Yonhap, llegará a Nueva York hoy. Será el funcionario norcoreano de mayor rango en pisar suelo estadounidense en casi dos décadas.

HOMBRE CON EXPERIENCIA / El mariscal Jo Myong-rok había visitado Washington en el 2000 para proponer una reunión presidencial en Pionyang a Bill Clinton cinco años después de que firmara el acuerdo más ambicioso y fructífero con Corea del Norte. Clinton juzgó excesiva aquella invitación y mandó a la secretaria de Estado, Madeleine Albright. Se desconoce qué ofrecerá esta vez y si limará ese ácido sarcasmo que han padecido los negociadores norcoreanos. «¿No habéis traído otra maleta con más propuestas?», les espetó años atrás.

Kim Yong-chol no es un cualquiera. Se sospecha que está detrás de acciones hostiles como el hundimiento de la corbeta Cheonan -46 marineros surcoreanos muertos-, los bombazos sobre la isla de Yeonpyeong o los ciberataques a Sony en respuesta a la satírica película The Interview sobre su jefe.

Es un caso infrecuente de longevidad en un régimen de cíclicas purgas que conserva su protagonismo a los 72 años. Fue sentado junto a Ivanka Trump en la clausura de los recientes Juegos Olímpicos de Pyeongchang, acompañó a su presidente en los dos viajes a Pekín del mes pasado y negoció con el secretario de Estado, Mike Pompeo, durante sus dos visitas a Pionyang.

Hay más. Negociadores de Washington y Pionyang se juntaron el domingo en la icónica población fronteriza de Panmunjom. La primera iba encabezada por el embajador en Filipinas, Sung Kim, ya que Trump no ha encontrado a nadie aún de su gusto para Seúl. También en Panmunjom se habían citado un día antes Kim Jong-un y su homólogo surcoreano, Moon Jae-in, en la segunda cumbre presidencial en apenas un mes. Seúl desveló después el propósito norcoreano firme de sacrificar su programa nuclear a pesar de las dudas sobre la solidez de las garantías de seguridad estadounidenses.

Trump y Shinzo Abe han acordado por teléfono reunirse antes de la cumbre de Singapur. Abe es el más entusiasta defensor de la línea dura de Washington y ambos han repetido el imperativo desarme norcoreano como requisito de cualquier negociación. La noticia más estimulante llegó desde Seúl. A Singapur podría acudir Moon, un tipo juicioso y paciente que se prevé imprescindible entre los dos líderes más ególatras del planeta.

Sorprendería que el arrebato diplomático no floreciera en la cumbre que Trump canceló días atrás al juzgar inadmisiblemente hostil un comunicado norcoreano. Pionyang había mostrado su comprensible hartazgo ante las contumaces alusiones al destino libio que le esperaba si no asumía las condiciones y exigió algún indicio de caballerosidad después de haber amontonado gestos de buena fe. La sosegada respuesta de Pionyang ablandó al presidente estadounidense y los puentes quedaron restablecidos. Los últimos tuits de Trump sugieren que el plan original sigue adelante. Es más, la Casa Blanca asegura que una delegación de EEUU se reunirá esta semana con funcionarios norcoreanos en la frontera entre las dos Coreas.