A Karen Northshield, de 31 años, los atentados de Bruselas del 22 de marzo de 2016, como a tantos otros, le destrozaron la vida. Ese día tenía que coger un avion a Estados Unidos pero desde entonces lleva más de una veintena de operaciones y no ha salido del hospital. “Solo tengo un deseo. Levantarme una mañana, darme una ducha, comer bien, retomar mi vida, salir, ver gente… Pero dado que estoy en una habitación las 24 horas del día es como una especie de prisión”, contaba hace unos días en una cadena belga consciente de su nueva realidad. Ha perdido parte de la cadera, no puede utilizar su pierna izquierda y tampoco alimentarse como cualquier persona porque perdió el estómago.

Aquel fatídico día murieron 32 personas, además de los kamikaces yihadistas que golpearon primero el aeropuerto de Zaventem y después la estación de metro de Maalbeek, y 320 resultaron heridas, el grueso de los cuáles sigue a la espera todavía de recibir la indemnización de las aseguradoras privadas que solo han compensado el 15% de los casos, según ha admitido la ministra de Sanidad belga, Maggie De Block. Una de aquellas víctimas fue la hermana de Philippe Vansteenkiste que en diciembre pasado, ante la sensación de desamparo y la indiferencia del estado, decidió crear una asociación de apoyo, V-Europe, para ayudar a víctimas y familias a navegar en el mar de la burocracia y complejidad administrativa del sistema belga.

A LA ESPERA DE INDEMNIZACIONES

“Tenemos la impresión de que el Estado nos ha olvidado un poco”, reprochaba en enero Vansteenkiste ante la comisión de investigación creada por el gobierno y que todavía no clausurado sus trabajos. Su percepción es compartida por muchas víctimas. Empezando por Northshield que seguramente tendrá que seguir tratamiento médico toda su vida. “Mi mayor preocupación es que el día que salga del hospital no tengo garantizada la financiación. No tengo salario, no trabajo. El gobierno tiene que compensarnos. Es su responsabilidad”, reclama.

El problema radica en que legislación belga no prevé compensar a víctimas de atentados terroristas de por vida. En febrero pasado el consejo de gobierno aprobó la creación de un “estatuto de solidaridad nacional” para víctimas de terrorismo garantizando una ayuda financiera de por vída y el reembolso de los gastos médicos. Asociaciones y familiares han puesto, sin embargo, el grito en el cielo porque curiosamente solo cubre a las personas que residían en Bélgica en el momento de los atentados. “Está bien que nos digan que van a presionar a las aseguradoras pero queremos algo concreto”, reclamaba hace unos días Sébastien Bellín, ex jugador internacional de baloncesto, con ocho operaciones encima, residente actualmente en Estados Unidos y que ha tenido que demostrar que ha sido objeto de ocho operaciones, que tiene una pierna destrozada y una bala en la cadera.

“Hay protocolos pero ¿es normal después de un año?. Todo lo que he pedido es que la mutua belga cubra la parte de gastos que no cubre mi seguro americano y lo han rechazado. Los políticos dijeron cosas muy bonitas. Nos hablaron de pensiones, de un estatuto especial pero hoy en día no existe nada de eso y nos sentimos completamente abandonados”, se quejaba hace unos días.

ACTOS DE CONMEMORACIÓN

Políticos y víctimas como Bellin participarán este miércoles en los diversos actos de conmemoración organizados por las autoridades belgas. Habrá dos momentos clave. A las 7.58, hora de la primera explosión, todo se detendrá en el aeropuerto de Zaventem donde se guardará un minuto de silencio y a las 9,11 lo hará el metro. En ese momento además toda la red de metros, tranvías y autobuses se parará, con sus trabajadores a la cabeza, para hacer “un minuto de ruido” y mostrar que nadie ha olvidado en Bruselas.

Posteriormente, todo se trasladará a las puertas del parque Cincuentenario, en pleno barrio comunitario, donde habrá una ceremonia de conmemoración y la inauguración de un monumento a las víctimas de los atentados a la que asistirán los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde que también asistirán a los actos en Zaventem y Maalbeek. A este acto le seguirá otro en la Bolsa de Bruselas de donde saldrán varios cortejos hacia la plaza de Luxemburgo, la estación del norte y también Molenbeek, bautizado como el nido del que salieron muchos de los yihadistas vinculados a los atentados de Bruselas y de París.

MOLENBEEK, EN EL PUNTO DE MIRA

Se trata de un barrio situado a menos de un kilómetro del centro neurálgico de la capital belga, la Grand Place, que el ministro de interior, Jan Jambon, prometió “limpiar” tras los atentados. Desde entonces, las autoridades han examinado 8.600 casas, han controlado a 22.668 personas y a 1.600 asociaciones y organizaciones no gubernamentales que trabajan en el barrio. Un informe confidencial de la policía publicado este lunes por De Morgen apunta a que 102 de esas organizaciones tienen vínculos criminales y 51 con el terrorismo.

En este tiempo los servicios secretos han identificado a 72 individuos por conexiones terroristas. 26 residen en Siria y 46 en Bélgica, de ellos 20 en prisión y 26 están siendo vigilados. Según la fiscalía federal, hay seis personas en prisión preventiva vinculadas a los atentados de Bruselas y a otras tres en libertad con cargos. Un año después la amenaza terrorista sigue siendo “posible y verosimil” y se sitúa en el nivel 3 de 4. Las autoridades han reforzado la legislación antiterrorista, 1.100 militares siguen desplegados en los puntos más sensibles de la ciudad y las sirenas sonando demasiado a menudo.