Manos libres o las manos más libres tiene ahora Raúl Castro para proseguir quitándole el pedal que mantenía sobre la nación --a decir verdad ya muy levemente--, su hermano Fidel. Esta es la idea que se maneja con más fuerza hoy en La Habana, donde un espeso silencio se ha adueñado en las normalmente bulliciosas calles, mientras la población se prepara para una semana de homenajes al padre de la Revolución.

Un duelo nacional se ha decretado hasta el domingo, cuando los restos de una de las figuras más relevantes del siglo XX recibirán sepultura en Santiago de Cuba, tras una procesión fúnebre que recorrerá 900 kilómetros del país y que espera que movilize a millones de cubanos. Pero mientras los medios nacionales programan y reprograman reportajes documentales y debates a gloria del «compañero Fidel», el recogimiento sigue en la calle.

Sin espectáculos y discotecas cerradas, acontecimientos deportivos suspendidos y la venta de alcohol prohibida, lo máximo que se ve en La Habana son pequeños grupos de personas deseosas de compartir la inquietud que les ha dejando la desaparición física de la persona que ha regido sus destinos durante seis décadas. Lo que hará ahora Raúl, tras la muerte del hermano, alimenta dudas.

INDICADORES / Siendo esta isla un país de símbolos, que muy bien maneja el aparato de propaganda del Partido Comunista, existen dos ejemplos que bien pueden dar indicaciones. Raúl concluyó su primer discurso hace diez años como sustituto de Fidel no con la consigna de su hermano «Patria o Muerte» y prefirió, desde entonces, la de «Viva Cuba Libre» con la que los mambises se lanzaban a la manigua durante la guerra de Independencia de España. Con eso estaba diciendo: Soy distinto.

Y vinieron cambios vertiginosos. Raúl permitió que los cubanos puedan salir y entrar libremente del país, hasta entonces un privilegio de algunos o resultado de la osadía de otros que, ante la imposibilidad de un permiso legal para subirse en un avión y largarse, se arriesgaban a cruzar el Estrecho de la Florida en precarias embarcaciones. Hay un cementerio bajo esas aguas.

El dirigente puso fin al apartheid del Turismo que prohibía a los cubanos alojarse en los hoteles y desde la misma puerta les decían «Tú, no». Aplastaba, humillaba. También autorizó por primera vez las operaciones de compra y venta de viviendas y automóviles, la propiedad privada. Además, se pueden tener teléfonos móviles, algo que pudiera verse como una tontería en caso de que se ignore que aquí la telefonía fija es un lujo si no se recibió como legado o se compró la línea mediante soborno.

RENACEN LAS CLASES SOCIALES / El dinero tiene más presencia con Raúl Castro y por ello vuelve a renacer la clase media suprimida de un solo golpe por Fidel cuando inició la Ofensiva Revolucionaria el 13 de marzo de 1968. Y para que todo eso quede claro, se hizo el año pasado un desfile de Chanel en el Paseo del Prado de La Habana. Es decir, el símbolo de que de regresan y se manifiestan las clases sociales.

Pero lo que demuestra en cierta medida que el peso del pensamiento del Comandante en Jefe se mantiene, no ya como una gruesa losa pero se mantiene, es lo que denominan Actualización del Modelo Económico Cubano. Se trata de ir abriendo la nación, pero con timidez, al flujo de capital extranjero. Es una apertura que los especialistas califican de atada a viejos conceptos políticos y condenada al fracaso si no se atempera a la realidad del planeta. En esencia, la economía cubana crece cada vez menos y se reajustan los pronósticos, siempre por debajo.

Con todo ello, el general Raúl ha ido acoplándose a los nuevos tiempos y allanando el terreno para resistir hasta su despedida del poder en el 2018. Con él deberán abandonar todo lo que denomina la Dirección Histórica de la Revolución, es decir, figuras como los miembros del Buró Político, José Ramón Machado Ventura, número dos del país después de Raúl, y Ramiro Valdés, uno de los últimos comandantes de la revolución. Sobre los herederos poder, el que más destaca en público es Miguel Mario Díaz Canel, actual vicepresidente de los Consejos de Estados y de Ministros. Pero pudiera ser en cambio que el mando real esté en el yerno de Raúl, el general Luis Alberto López Calleja, hombre fuerte de la economía.

El adiós a Fidel Castro, además de despertar todo un estado de incertidumbre, de un «y ahora ¿qué va a pasar?», ha traído de forma espontánea un estado de nostalgia que se manifiesta en canciones de aquellos años primero de la revolución cuando Fidel era Fidel, dueño de una utopía, y no Castro, adicto al poder, del que todos hablan.

Suenan Carlos Puebla, con el estribillo «Llegó el comandante y mandó a parar», muchas de Silvio Rodríguez y también esas que trajo Joan Manuel Serrat en sus disco con temas de Antonio Machado y Miguel Hernández.