“Merkel regala el gobierno al SPD”. Con este claro mensaje de cabreo, el diario ‘Bild’ coronaba su portada tras el acuerdo entre conservadores de la CDU y socialdemócratas para reeditar la Gran Coalición. Como el tabloide alemán, muchos en las filas democristianas se sintieron molestos por las concesiones que la cancillera permitió en unreparto de ministerios en la que se han visto como claros perdedores. “La pérdida de departamentos claves es dolorosa”, confesó Wolfgang Reinhart, líder del grupo parlamentario conservador.

Con el anuncio del pacto de Gobierno llegó la sorpresa para los conservadores. El poderoso e influyente ministerio de Finanzas, ocupado en los últimos ocho años por el paladín de la austeridad fiscal Wolfgang Schäuble, iba a parar a las manos del socialdemócrata Olaf Scholz. La cartera de Interior se entregaba a Horst Seehofer, líder de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU). El pacto, considerado por los suyos como un “grave error político", ha permitido a Merkel asegurarse su cuarto mandato electoral y evitar así la repetición de unas elecciones no deseadas.

Esos cambios han irritado a los halcones económicos de la CDU. A pesar de que la austeridad sigue siendo dogmática en Alemania, este sector del partido teme que con el control socialdemócrata de Finanzas la economía empeore y que un mayor gasto publico pueda reducir el abultado superávit del país. Aunque los logros en política migratoria son una victoria para los de Merkel, el relevo de un hombre fuerte del partido como Thomàs de Maizière al frente de Interior tampoco ha gustado entre sus partidarios. El hecho de que ningún político del este alemán figure en el gabinete también ha despertado recelos.

Poco entusiasmo

Otros sectores del partido han celebrado un acuerdo que les permite seguir al frente del país sin claudicar en demasiados aspectos de la agenda política. Más allá de las señales favorables o los gritos en contra, la reedición de la la Gran Coalición despierta poco entusiasmo en Alemania. También en la CDU.