Corea del Norte inaugura este jueves un histórico congreso del Partido de Trabajadores del que se espera mucha propaganda y culto al líder, alguna renovación en la cúpula y, si hay suerte, novedades sobre el rumbo económico del país.

En el anterior, 36 años atrás, aún mandaba Kim Il-sung, fundador de la patria y abuelo del actual dictador, Kim Jong-un, y sirvió para presentar como número dos al padre de éste e hijo del anterior, Kim Jong-il. El pequeño país del Lejano Oriente ha sido gestionado por la dinastía Kim desde el final de la guerra de Corea en 1953.

Las casi cuatro décadas sin congresos hablan de la importancia de este. O de su falta de importancia, según se mire: los dos últimos Kim han diseñado la vía heterodoxa norcoreana sin necesidad de ellos. Así que cabe atender al simbolismo más que a la sustancia. El cónclave escenificará la entronización definitiva de Kim cinco años después de la muerte de su padre.

RENOVACIÓN DE LA CÚPULA

Del Congreso no se sabe mucho, ni siquiera cuando terminará. Se espera que sea inaugurado con un discurso de Kim en el que defenderá su política 'byeonjin' basada en el doble desarrollo militar y económico, publicite los éxitos de su Gobierno y esboce la senda del futuro.

También es previsible una renovación en la cúpula del partido de alcance desconocido. Será elegido un nuevo Comité Central, del que emana el Politburó y el resto de órganos ejecutivos relevantes. Es una oportunidad para que Kim siga su blindaje con adláteres contra unas supuestas resistencias internas de las que se especula mucho y se sabe muy poco. Muchos expertos señalan que su hermana menor, Kim Yo-jong, será ascendida a ministra. La hermana ronda la treintena (los servicios de espionaje no han afinado más), es vicepresidenta del Comité Central en tareas de propaganda e integra el círculo más íntimo del dictador, con el que estudió en un colegio suizo en sus adolescencias.

UN CONGRESO ENTRE RUMORES

El dictador ha jubilado o purgado a todo el equipo dejado por su padre para orientarle en el oficio de dictador cuando heredó el poder. Seúl acusa a Kim de levantar un régimen del terror despiadado incluso para los parámetros dinásticos con el fin de asegurarse la fidelidad en el partido.

Seúl también ha advertido que Pyongyang podría aliñar el congreso con alguno de sus desmanes habituales. Son habituales los rumores sobre su quinto ensayo nuclear al otro lado del Paralelo 38. Los aspavientos norcoreanos para pedir los focos internacionales en las vísperas de su congreso se han multiplicado. Hasta tres lanzamientos de misiles, con resultados entre mediocres y desastrosos, se han contado en las últimas semanas. Los ensayos nucleares ofrecen menos riesgo de ridículo.

El congreso llega en un momento de alta tensión. El régimen ha contestado a la ampliación de las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU con el enroque habitual y las amenazas de destrucción urbi et orbe. El regreso a la mesa de negociación internacional para la desnuclearización de la península se antoja quimérico. No es probable que el congreso vaya a revertir la situación sino a apuntalarla.