Corea del Norte planea lanzar sus misiles contra la base estadounidense de Guam en respuesta a la amenaza de Donald Trump de enviar “fuego y furia” contra Pyonyang. Después de meses escuchando a Corea del Norte y Estados Unidos aireando cansinamente la posibilidad del ataque preventivo, el capítulo de hoy introduce la audacia del ataque pre-preventivo. Esa innovación revolucionaria en la casuística bélica resume la sinrazón por la que se desliza el conflicto, ya sin las bridas de la sensatez en ningún bando.

Pyonyang ha aclarado esta mañana que ya está “examinando con detenimiento” un plan para golpear Guam y “envolverla en fuego”. Sólo 3.400 kilómetros la separan de sus lanzaderas, por lo que estaría a tiro de sus misiles de medio y largo alcance. La agencia oficial KCNA cita a un portavoz acusando a Washington de concebir un ataque preventivo y advierte de que este provocará “una guerra total que borrará todas la fortalezas de nuestros enemigos, incluido el territorio estadounidense”.

LA DEFENSA EN EL PACÍFICO

Guam es uno de los principales baluartes de la estrategia de Washington en el Pacífico. La base militar cuenta con una escuadrilla de submarinos, una base aérea y una flota de guardacostas, entre otros efectivos. De ahí han partido los bombarderos que estos días sobrevuelan la península coreana y desquician a Pyonyang. También viven ahí 160.000 personas comprensiblemente asustadas. Su gobernador, Eddie Calvo, ha recordado que Guam es algo más que una base militar. También ha subrayado que “no existe la amenaza de un ataque norcoreano” pero que, si estuviera equivocado, está ya preparado “para cualquier eventualidad”.

Corea del Norte ha colocado en la diana a Guam horas después de que Trump anunciara que responderá a la siguiente provocación de Pyongyang con "fuego y furia nunca antes vista en el mundo". La mención al fuego, inequívocamente norcoreana, sugiere la pretensión de pelear con Pyongyang también en el terreno retórico. El mundo ha esperado durante décadas que Corea del Norte se contagiara de la ortodoxia global y ha sido finalmente Estados Unidos la que se ha norcorearizado.

Incluso los aliados en la región de Trump le han afeado sus bravatas. El primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, ha recomendado perseverar en la vía del estrangulamiento económico. “Un conflicto sería devastador, tendría consecuencias catastróficas. Todos entendemos esto”, ha declarado hoy. Su homólogo neozelandés, Bill English, ha opinado que los comentarios de Trump “no ayudan en un contexto que ya es muy tenso”.

Los dos lanzamientos de misiles intercontinentales recientes y las nuevas sanciones económicas aprobadas por la ONU han llevado la tensión al punto de ebullición en la península. Pero en las últimas horas se habían intuido tímidos esfuerzos por las dos partes para entreabrir la puerta de las negociaciones.

Corea del Norte aclaró que no discutiría su programa nuclear mientras siguieran las amenazas militares estadounidenses, sugiriendo que su cese podría atemperar su postura. Y Rex Tillerson, secretario de Estado, condicionó las negociaciones no ya a la improbable jubilación del programa nuclear norcoreano sino al más verosímil cese de lanzamientos de misiles. Y entonces llegó Trump con la retórica norcoreana y devolvió el conflicto adonde estaba.