Hay derrotas y derrotas y la de Hillary Clinton el martes en las primarias de Nuevo Hampshire fue especialmente dura,dolorosa y hasta humillante. No es solo cuestión de que Bernie Sanders se llevara el 60,1% de los votos, prácticamente el 22% más que la exprimera dama, en un estado donde ella consiguió batir en 2008 a Barack Obama.Particularmente problemático para la candidata que hace unos meses parecía la nominada inevitable del Partido Demócrata es que el senador de Vermont le ganó entre prácticamente todos los grupos, con la salvedad de personas mayores de 65 años y de gente con ingresos superiores a 200.000 dólares. Además, las opiniones que expresaron a pie de urna muchos de los votantes subrayan debilidades y puntos flacos que atenazan su candidatura y la hacen vulnerable, pese a que siga siendo la favorita.

Posiblemente no haya flanco más débil en Clinton que el que late tras el siguiente dato: de los votantes para los que es prioritaria la honestidad del candidato o candidata y la posibilidad de confiar en él o en ella, un 91% escogieron en Nuevo Hampshire a Sanders, mientras que solo el 5% optaron por la exsenadora. Y tras un fin de semana marcado por polémicas declaraciones sexistas (lanzadas paradójicamente por adalides de Clinton contra mujeres que apoyan a Sanders) la que aspira a ser primera presidenta de Estados Unidos vio como un hombre de 74 años le superaba en 11 puntos en voto femenino (55% frente a 44%).

Esa fuga de voto joven, de clase media y de mujeres, además del hecho de que Sanders ganara no solo con los progresistas sino también con quienes se declaraban demócratas moderados, obliga a Clinton, tradicionalmente reticente a los cambios en su campaña, a buscar giros en mensaje y estrategia que le permitan recuperarse.

LA JUSTIFICACIÓN DE HILLARY

Lo demostró el mismo martes por la noche en su discurso reconociendo la derrota, cuando incorporó a su agenda la denuncia de la influencia de las grandes donaciones y el dinero oscuro en la campaña (una referencia que provocó risas en la fiesta de celebración de Sanders, que es quien ha hecho de la reforma de la financiación electoral uno de sus caballos de batalla). Y aunque todo el equipo de Clinton está convencido de que en las próximas citas este mes en los caucus de Nevada y las primarias de Carolina del Sur confirmarán la condición de favorita que le dan las encuestas con su dominio del voto tanto de negros como de hispanos, desde el martes la candidata enfrenta un nuevo intangible: hasta dónde llegará el impulso que ha sacado de Nuevo Hampshire Sanders, que cuenta también con récords de donaciones gracias a pequeñas aportaciones de 27 dólares de media.

“Esto realmente empieza aquí, va a correr como la pólvora”, aseguraba el lunes en la fiesta de celebración de Sanders Kimberley Hays, una mujer de 57 años involucrada en la campaña. “Los medios van a tener que empezar a prestarle la atención que merece y cuando con más cobertura se propague su mensaje va a seguir sumando”, añadió.

Era la misma idea que defendía Candice Fortin, una mujer negra de 34 años que forma parte del grupo Millenials for Bernie y está rodando un documental. “Mi madre, que tiene 57 años, vive en Carolina del Norte y no está en redes sociales, ni siquiera había oido hablar de él y apoya a Hillary. Pero estamos en una era diferente en la que mucha gente ya ni necesita los medios tradicionales ni confía en ellos. Y hasta ahora Sanders puede haber sido un desconocido para muchos negros y latinos, pero en cuanto empiecen a estar expuestos a su mensaje no va a haber forma de que no le apoyen”, argumentó.

Lo visto en los últimos días en Nuevo Hampshire, con Bill Clinton lanzando feroces ataques contra Sanders como hiciera en 2008 contra Obama, despierta también los fantasmas de que la campaña de la candidata vaya a optar por el juego agresivo y hasta sucio. “Espero que no sea así”, decía a EL PERIÓDICO Jeff Weaver, jefe de la campaña de Sanders. “Espero que se centren en los temas”, añadió.