Ayoub El Khazzani, el marroquí de 25 años sospechoso de haber querido perpetrar una matanza en un el tren que cubría la rutaÁmsterdam-París el pasado 21 de agosto, ha intentado en vano negar sus vínculos con el terrorismo. Sin embargo, arrecian los indicios que apuntan en esa dirección, al igual que los elementos que le vinculan con el islamismo radical. El fiscal de París, François Molins, detalló este martes el desarrollo de los acontecimientos desde que El Khazzani subió al tren en la estación de Midi de Bruselas, poco antes de las 17.13 horas.

El hombre al que tres jóvenes norteamericanos y un británico lograron neutralizar cuando salía del cuarto de baño armado con unkalashnikov y una pistola automática Luger, visionó dentro del tren a través de su teléfono móvil un fichero de audio de Youtube en el que un individuo exhortaba a sus fieles al combate. Además, los primeros análisis del teléfono llevan a la conclusión de que el aparato estaba «claramente dedicado a la comisión de los proyectos criminales del interesado», según explicó el fiscal, porque la línea se activó el mismo día del atentado frustrado. El Khazzani iba armado hasta los dientes y tenía en su poder un fusil de asalto AKM y nueve cargadores con 30 cartuchos cada uno, es decir, un total de 270 municiones. También se le halló una botella de gasolina de 50 centilitros, lo que para algunos expertos implicaría que pretendía incendiar el tren.

A pesar de todos estos elementos inculpatorios, durante su detención el sospechoso aseguró que había encontrado las armas en un parque de Bruselas y que su única intención era atracar a los pasajeros. Unas afirmaciones que Molins calificó de «fantasiosas». El fiscal cree que el plan de Khazzani era «premeditado», sobre todo si se tiene en cuenta que no quiso coger el tren anterior -a pesar de que había plazas- y pagó 149 euros por un billete en primera clase.

BÚSQUEDA DE CÓMPLICES

En cuanto al periplo del marroquí nacido en Tetuán, que vivió enEspaña entre el 2007 y el 2014, el fiscal informó de las dos detenciones por tráfico de drogas en el 2009. En septiembre del 2012 se detectaron contactos con redes yihadistas y fue fichado como «potencialmente peligroso» e inscrito en la base de datos del espacioSchengen.

El Khazzani pasó entre cinco y siete meses en Aubervilliers, en la periferia norte de París en el 2014. Allí trabajó repartiendo folletos de la operadora de telefonía Lycamobile, donde tuvo un contrato temporal de tres meses que finalizó a los dos meses porque no tenía los papeles en regla. Se le perdió la pista hasta el 10 de mayo, cuando fue localizado en Berlín, donde embarcó hacia Estambul, la habitual puerta de entrada a Siria, y regresó a Europa el 4 de junio procedente de Antakya, un pueblo cerca de la frontera siria.

La investigación se centra ahora en determinar la procedencia de las armas incautadas, el recorrido de El Khazzani y sus fuentes de financiación. También se busca a posibles cómplices, porque la cuenta de Facebook del detenido se cerró el 22 de agosto. Este martes se registró igualmente la casa de su hermana en Bruselas. La Fiscalía ha abierto una investigación por tentativa de asesinato en relación con una organización terrorista, etapa previa a la posible imputación del sospechoso, que llegaba ayer al Palacio de Justicia de París descalzo y con los ojos vendados.