Se le conocía como el Asesino del Golden State, el Violador del Área Este o el Acosador nocturno original. Cualquiera de esos apodos evocó durante años el terror más epidérmico e irracional en las costas de California. Asaltaba casas, violaba a mujeres y mataba a sus víctimas con indiscriminada precisión y sangre fría, la suficiente para que nadie fuera capaz de echarle el guante y su pista desapareciera misteriosamente después de una década de continuas atrocidades. Todo parece haber acabado ahora, sin embargo. La policía cree haber identificado al presunto autor de aquellos crímenes en serie, casi 40 años después de que matara a sus primeras víctimas. Responde al nombre de Joseph James DeAngelo, un anciano de 72 años que vivía plácidamente en un suburbio de Sacramento.

DeAngelo fue arrestado el miércoles y se enfrenta por el momento a dos cargos por asesinato, aunque las autoridades le atribuyen 12 homicidios, 45 violaciones y más de un centenar de robos en viviendas. Todos ellos entre 1976 y 1986, cuando la orgía delictiva del Asesino del Golden State se detuvo subrepticiamente sin que nadie se explicara los motivos. “Hemos encontrado la aguja en el pajar y estaba aquí mismo en Sacramento”, dijo la fiscal del distrito del condado de Sacramento, Anne Marie Schubert. Hace dos años, ella misma ofreció una rueda de prensa para conmemorar los 40 años del primer crimen conocido y poco después puso en marcha un equipo de investigación para reabrir las pesquisas. Lo que no era más que un trabajo se convirtió para muchos de los detectives en un “asunto personal” hasta que la semana pasada fueron capaces de descifrar el caso al emparejar el ADN de DeAngelo con el de la escena de sus primeros asesinatos en 1980.

Ha pasado mucho tiempo de aquellos crímenes que cambiaron la forma de vivir de muchos californianos, acostumbrados hasta entonces a dejar las puertas abiertas y ver con despreocupación como los niños correteaban por aquellas calles inocentes de los suburbios. “Fue como el terrorismo. Aunque no respondiera a los mismos motivos, causó el mismo tipo de miedo”, aseguró a la prensa estadounidense una de las detectives que trabajó inicialmente en el caso. En algunas localidades llegaron a agotarse los candados y se disparó la venta de armas, según recordó la detective. El temor estaba justificado. El Asesino del Golden State llegó a asaltar a dos víctimas a la semana. En la bahía de San Francisco, en Stockton, en Sacramento, en los suburbios de Los Ángeles…

Empezaron siendo robos y allanamientos de morada para crecer después en crueldad, violencia y sadismo. El asaltante conocía las rutinas y los detalles personales de sus víctimas. Violaba a mujeres solas, delante de sus parejas o enfrente de sus hijos. A los maridos los ataba con cordones o toallas a una silla y después de colocarles encima una tetera o una pila de platos amenazaba con matar a sus parejas si los objetos se caían mientras las violaba. Entre medio atormentaba a sus presas con susurros coléricos y en algunas ocasiones, tras completar la violación, se quedaba un rato a comer algo.

Durante mucho tiempo la policía sospechó que el autor de los crímenes podría tener un pasado militar o policial, a tenor de la meticulosidad con la que actuó para no dejar rastro. Y así es finalmente como parece haber sido. El sospechoso arrestado en Sacramento trabajó para varios departamentos de policía de la región durante los años en que se cometieron los crímenes. Padre de varios hijos, fue expulsado del cuerpo en 1979 después de que le pillaran robando un repelente para perros y un martillo en una ferretería.