A falta de pocas horas para que se celebren las elecciones federales, Alemania ya tiene claro que la cancillera Angela Merkel seguirá al frente del país. Pero, a pesar de lo que parecía, su fuerza política puede ser menor de lo esperado. En las últimas semanas, la Unión Demócratacristiana (CDU) que preside ha visto como sus expectativas de voto han caído ligeramente, de casi el 40% en julio al 36% actual, frente al avance de la formación euroescéptica e islamófoba Alternativa para Alemania (AfD). La victoria de Merkel no será tan tranquila.

Aunque ese resultado sería mejor que el obtenido en 2005 y 2009, el retroceso inquieta a muchos entre las filas conservadoras, que recuerdan un caso similar cuando en 2005 una caída en los últimos días estuvo a punto de costarle la cancillería a la CDU. Pero las dudas no vienen por una disputa real del poder. Con un Martin Schulz venido a menos, los socialdemócratas (SPD) apuntan a un pésimo 22% de los votos que sería su peor resultado histórico. Así, la bancada democristiana teme que el sorpasso les llegue por la derecha.

La principal atracción e interés de estos comicios reside en la creciente fuerza de AfD. Sirviéndose de problemas sociales como la pobreza o la desigualdad y culpando de ello a los extranjeros, los ultra apuntan con cada vez más claridad a volver al Bundestag, el Parlamento alemán, situándose como tercera fuerza del país. Los pronósticos les dan hasta un 13% de los votos. Con aproximadamente un 46% de los alemanes indecisos y la capacidad de AfD para captar el voto protesta de antiguos abstencionistas, esos números pueden crecer aún más.

Marcar la agenda

La nueva ultraderecha alemana ha sido la clara protagonista de esta campaña electoral. Combinando problemas reales con soluciones simplistas, AfD ha sabido marcar la agenda política mientras los otros partidos no han sabido dar respuesta. Desde su su llegada a Alemania a finales del 2015, la crisis de los refugiados ha ocupado el debate central y en las últimas semanas no ha sido diferente. Aunque casi ya no llegan refugiados al país, eso no ha afectado el constante auge de los islamófobos.

Especialmente significativo es la escasa o incluso ausencia de información de la campaña en los principales diarios del país a falta de dos días para las elecciones. Un silencio mediático que, a pesar de estar propiciado por otros grandes sucesos internacionales, demuestra el temor a hablar de una campaña donde la ultraderecha ha impuesto su discurso.

Este domingo la cancillera acudirá a las urnas en un colegio electoral de Berlín, donde reside, y no en el distrito que representa en el estado de Mecklemburgo-Pomerania occidental, como ya hizo las pasadas elecciones. Curiosamente, eso le evitará ser abucheada en el 'land' donde vivió de pequeña y donde en las elecciones regionales del setiembre del año pasado la CDU quedó desplazada a tercera fuerza mientras la ultraderecha se alzaba con el 20,8% de los votos.