La líder de facto de Birmania, Aung San Suu Kyi, visitó ayer el conflictivo estado de Rakhine, en el oeste del país. Era la primera vez que Suu Kyi viajaba a esta región, donde desde el 25 de agosto más de 600.000 rohingyas han abandonado su hogar y han huido a Bangladés.

Suu Kyi llegó por la mañana a Sittwe, la capital del estado, para, según el jefe del Gobierno de Rakhine, Nyi Pu, viajar después a Maungdaw, la región donde en agosto un grupo rebelde de rohingyas protagonizó un asalto armado contra el Ejército. Según Arakan Project, una comisión que denuncia la represión contra los rohingyas, la líder se reunió con dirigentes de la comunidad musulmana, ante quienes dijo: «El Gobierno está aquí para ayudarles y no deberían enfrentarse entre los diferentes grupos».

La comunidad internacional ha criticado duramente a Suu Kyi, que fue galardonada con el Nobel de la Paz en 1991, por no defender a la comunidad rohingya. La ONU calificó la situación de «limpieza étnica» y pidió a las autoridades birmanas que detuvieran las operaciones militares.

Suu Kyi finalmente condenó el pasado septiembre las violaciones que se estaban produciendo en contra de esta minoría étnica, pero no responsabilizó al Ejército birmano por su campaña violenta. Ayer se desconocía si Suu Kyi iba a viajar a alguno de los más de 200 pueblos incendiados por los militares, con el apoyo de grupos étnicos budistas, o si visitaría a los rohingyas que aún siguen en la zona. Más de medio millón de rohingyas han huido a Bangladés, donde se encuentran en calidad de refugiados.