La Armada argentina reconoció ayer que no sabe en qué zona de las profundidades del Atlántico Sur puede estar el ARA San Juan, 12 días después de haber perdido contacto con su base en la ciudad de Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de la capital. «Al momento, con todo este despliegue, lamentablemente no hemos tenido todavía una detección», dijo el portavoz de la institución naval, Enrique Balbi. Aseguró, a su vez, que «es muy baja la probabilidad» de que el submarino todavía flote.

A pesar de las dificultades para hallar al sumergible que enfrenta la misión internacional que encabezan Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia, la Marina, por el momento, se abstiene de considerar muertos a sus 44 tripulantes. El propio Balbi no descartó «una situación de supervivencia extrema». Con el mismo énfasis, rechazó de plano que el ARA San Juan haya sido objeto de una agresión. «No tenemos ningún indicio de un ataque». El submarino, por otra parte, «no tenía torpedos de combate». La explosión detectada pudo haber sido consecuencia de «un incendio, una combustión rápida que consume el oxígeno y se puede decir que fue una implosión», insistió Balbi.

El buque de bandera noruega Sophie Siem se encontraba desde ayer en la zona de búsqueda del sumergible. El barco fue acondicionado para poder llevar al mini submarino norteamericano, con capacidad para rescatar a seis personas en naves hundidas con una inclinación de hasta 45 grados. Según se informó, dos operadores lo manejan a control remoto. El Panther Plus, provisto por Rusia y con una capacidad de inmersión de hasta 1.000 metros, también llego ayer a la zona de operaciones.

Los familiares de los tripulantes escuchan con cierta estupefacción y una profunda angustia las informaciones que da la Armada. Los mensajes comedidos y con cierta ambigüedad de la institución naval, se chocan con la «honestidad brutal» de la diputada Elisa Carrio, uno de los referentes del macrismo con mayor presencia mediática. Carrió acaba de ser taxativa: «El acontecimiento es irreversible, voy a decir lo que el Gobierno no puede: lo más probable es que estén fallecidos». El capitán de navío retirado Jorge Bergallo, excomandante del ARA San Juan, donde navegaba en calidad de oficial su hijo Juan Ignacio, consideró que no puede «darse por cierto» que los tripulantes estén «todos muertos». Solo la institución naval está en condiciones de decir algo de esa naturaleza y «todavía no se hizo a través de los canales orgánicos».