A poco más de un mes de que Alemania celebre unas elecciones generales especialmente caldeadas por la normalización política de la ultraderecha, Berlín vivió este domingo un episodio que deja claro que la capital no tolerará la intolerancia. Varios centenares de antifascistas se concentraron en el barrio de Spandau, a las afueras, para bloquear una manifestación nazi que reunió a hasta 600 cabezas rapadas para conmemorar el 30 aniversario de la muerte de Rudolf Hess, lugarteniente de Adolf Hitler.

Llegados desde todos los puntos de Alemania, los nazis se concentraron en el oeste de la capital a mediodía. No contaban con las protestas de grupos antifascistas que se organizaron a través de las redes sociales para bloquear el paso a los ultras, flanqueados por los agentes de seguridad. La policía pidió a los contramanifestantes que se apartasen y dejasen vía libre, pero estos desobedecieron y evitaron que los nazis llegasen a la prisión en la que se suicidó Hess.

Aunque la versión oficial de los hechos apunta a que Hess puso fin a su vida en la prisión de Spandau en 1987, a los 93 años, los ultras defienden la teoría conspiratoria de que el secretario personal del ‘Führer’ fue asesinado por un espía británico. Tras su muerte, las autoridades derribaron la cárcel para evitar que se convirtiese en un lugar de peregrinación supremacista. Ahora sus seguidores piden que la justicia reabra e investigue el caso.

"DEMOCRACIA TAMBIÉN PARA LOS GILIPOLLAS"

Pese a su mensaje conspiranoico, la manifestación nazi fue autorizada por el Gobierno berlinés después de que distintas instancias judiciales dieron luz verde a los cabezas rapadas con la condición de que en la marcha no se podían exhibir banderas ni proclamas que enalteciesen el régimen nacionalsocialista ni a sus líderes, ni hacer el saludo fascista, algo estrictamente prohibido y perseguido en Alemania.

El Ejecutivo, un tripartito de izquierdas que reúne socialdemócratas, poscomunistas y verdes, no se cortó al lamentar esa sentencia que les obligaba a permitir el homenaje a un criminal de guerra como Hess. “Me habría gustado mucho prohibirla […] desafortunadamente el orden democrático constitucional también se aplica a los gilipollas”, aseguró el responsable de Interior de la capital, Andreas Geisel, a la radio RBB.

VIOLENCIA RACISTA

La policía desplegó un fuerte operativo en Spandau, con hasta 1.400 agentes, para evitar disturbios como los vividos en Hamburgo en la cumbre del G-20. Aun así, no pudo evitar actos vandálicos en la ciudad de Falkensee, en el estado vecino de Brandeburgo, donde hasta 250 nazis que no pudieron llegar a la capital por problemas de transporte decidieron atacar la sede de Los Verdes.

En el último año las autoridades alemanas han alertado del repunte de los ataques y casos de violencia racista. En el 2016 se registraron hasta 3.533 ataques, lo que supone casi 10 por día, mientras que en el 2015 hubo 1.031 casos.

El próximo 24 de setiembre Alemania celebra unas elecciones generales que, salvo sorpresa mayúscula, representarán el regreso político de la ultraderecha al Bundestag, el Parlamento alemán. La formación xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) pelea en las encuestas por ser la tercera fuerza, con un 9% de los votos.