La situación humanitaria en la ciudad siria de Alepo se precipita por un abismo que no conoce fondo. Las bombas -que han continuado castigando todo el fin de semana una ciudad convertida en bastión rebelde en la que están atrapadas unos 250.000 personas- ahondan una crisis con tintes de fin del mundo. “Es como el infierno”, describe a EL PERIÓDICO el director en Alepo de los llamados 'Cascos Blancos', Ammar al Salmo. “Antes del mediodía (de este domingo) veíamos un menor número de bombardeos y pensábamos que la situación iba a mejor. Pero pasadas las cuatro de la tarde, hemos registrado 110 ataques”, detalla. Con esa escalada, los rescatadores de los 'Cascos Blancos' han contado al menos 85 muertos y en torno a 200 heridos. Según la fuente, los objetivos civiles son la tónica habitual de estas últimas rondas de bombardeos.

“Los hospitales nos dicen que no tienen sitio para albergar más heridos. El sábado tuvimos que llevar a los heridos a sus casas. Hemos visto gente haciendo fila en el suelo, esperando a ser atendida en los hospitales”, añade el responsable local de la Defensa Civil Siria. De hecho, los centros hospitalarios de la ciudad han hecho un llamamiento urgente de donaciones de sangre de todos los grupos sanguíneos.

SIN VÍVERES NI AGUA

Además, en el este de la urbe, la zona controlada por la oposición al presidente sirio, Bachar al Asad, (y que engloba desde moderados hasta yihadistas), los víveres empiezan a escasear. “El mercado está vacío. Totalmente vacío. No hay ni combustible, ni comida”, asegura este diario el activista residente en Alepo Mahmoud Rashwani. “Ahora la gente está usando todo lo que almacenaron”, apunta.

“El agua y la electricidad no son un problema, porque no tenemos agua ni electricidad desde hace tres años. Ese no es el asunto. El problema es la comida”, destaca Rashwani.

Al mismo tiempo, en una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, los diplomáticos de turno debatían sobre la situación en Siria. Francia afirmó que se están cometiendo crímenes de guerra en Alepo, mientras que Estados Unidos fue más preciso. “Lo que Rusia está patrocinando y haciendo en Alepo no es contraterrorismo: es una barbarie”, aseveró la embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power. “En vez de buscar la paz, Rusia y Asad hacen la guerra, atacando a cooperantes, civiles y rescatadores. Rusia y Asad han de dejar de bombardear”, apostilló Power, en referencia a los ataques de aviones de Moscú, aliada de Damasco, sobre la ciudad. Varios edificios residenciales del barrio oriental de Al Mashad, en Alepo, ardían este domingo tras una descarga de bombas incendiarias. Reino Unido se sumó al coro de denuncias por el golpeo militar a edificios civiles.

Mientras, en la parte rebelde de Alepo, la resistencia durará lo que dure la despensa.