Bruce Springsteen no guarda buenos recuerdos de su primera visita a Londres. Llegó a la capital inglesa el 18 de noviembre de 1975, cabalgando en la ola del éxito de ‘Born to run’, dispuesto a “devolver aunque fuera una pequeña parte del favor” a todos esos “héroes del beat británico” (Beatles, Rolling Stones, Animals, Kinks, Who…) que en los años 60 habían reinventado el rhythm and blues y el rock’n’roll y habían propiciado que toda una generación de jóvenes norteamericanos descubrieran y valoraran “una de las mejores músicas jamás creadas”. Bueno, ese era el plan. Pero en Londres Springsteen descubrió el significado de la palabra ‘hype’, el bombo publicitario (la discográfica había empapelado la ciudad de carteles presentándolo como “la próxima gran sensación”), y ello le produjo una crisis de confianza tal que le arruinó por completo la experiencia de actuar en el Hammersmith Odeon (y, para colmo, ni siquiera consiguió una hamburguesa con queso decente tras el concierto). Tardó cinco años en sentirse preparado para volver a cruzar el Atlántico. Lo relata en ‘Born to run’, el espléndido libro autobiográfico que ahora, más de cuatro décadas después, ha venido a presentar precisamente a Londres, en un acontecimiento al que han sido invitados medios de comunicación de toda Europa.

"Bob Dylan es un poeta; a su lado yo solo soy un artesano.Mucho después de que todos seanos olvidados, su obra seguirá resonando"

La cosa tiene lugar en uno de los auditorios del Institute of Contemporary Arts, junto a Saint James Park (Bruce ha recorrido una largo camino desde que actuaba con su grupo de instituto en la pizzería Cavatelli ) y consiste en una charla con el periodista, actor y doblador francés Antoine de Caunes, que a lo largo de la conversación se revela más como un hombre de confianza del Jefe que como un interrogador particularmente incisivo.

EDICIÓN EN AUDIOLIBRO, YA

Pero incluso sometido a una batería de preguntas tan amables como rutinarias (y aun estando, como está, en inequívoco modo ‘jet lag’), Springsteen demuestra ser un comunicador imbatible, un contador de historias de primera categoría. Sentado en un confortable sillón de cuero negro (a juego con su cazadora), el rockero de Nueva Jersey brilla con especial intensidad cuando se pone las gafas de leer y, micrófono en mano, recita con voz conmovedora algunos de los pasajes más líricos de esas memorias que están pidiendo a gritos una edición en audiolibro.

"Es terrible lo que le está sucediendo al país. Él [Trump] está minando toda la tradición democrática de Estados Unidos"

En un momento de la charla, Bruce cierra los ojos y evoca su primer encuentro con Bob Dylan, en la época en que el flamante Nobel de Literatura andaba metido en la gira ‘Rolling Thunder Revue’ (en noviembre de 1975). “Me invitaron a conocerlo en el ‘backstage’ después de un concierto en New Haven [Connecticut], cuando para mí ya se había convertido con su música en el hermano que no tuve, y desde entonces hemos mantenido una buena relación”. Cabecea cuando De Caunes le pregunta qué siente al ver que, a raíz del debate abierto por la concesión del premio al bardo de Duluth, hay quienes sostienen que la escritura de canciones no debe ser considerada literatura. “¡Como escritor de canciones, disiento!”, dice entre risas. Y añade: “Bob Dylan es un poeta; a su lado yo solo soy un artesano que trabaja duro. Como digo en el libro, él es uno de los padres de mi país. Mucho después de que todos nosotros seamos olvidados, la obra de Bob seguirá resonando alta y clara”.

Cuestión zanjada. Toda la veneración que Springsteen muestra al hablar de Dylan se convierte en desprecio cuando aparece en la conversación el nombre de Donald Trump. Es imposible, apunta, explicar a los europeos por qué un número nada despreciable de sus compatriotas se sienten atraídos por alguien como el candidato republicano. “Nadie puede explicar eso. Es algo terrible que le está sucediendo al país. Él [Trump] está minando toda la tradición democrática de Estados Unidos”.

“EL AGOTAMIENTO ES MI AMIGO”

Una de las revelaciones más sorprendentes de ‘Born to run’ es descubrir que el héroe de Freehold, la encarnación misma del sueño americano, lleva 30 años batallando contra la depresión. Springsteen habla en el libro con una franqueza inesperada sobre sus periodos de abatimiento, las zonas de sombra que se han ido adueñando de su mente y que se han hecho especialmente pertinaces desde que el músico, nacido en 1949, rebasó la barrera de los 60 años.

"¿El rock'n'roll como terapia? Actuar me ayuda a mantener a raya las dudas y la falta de confianza en mí mismo que llegan con la depresión"

Se le pregunta si esos conciertos maratonianos por los que se ha hecho justamente célebre (pruebas de resistencia física a las que se sigue sometiendo pese a que, como canta en ‘Thunder road’, ya no será tan joven nunca más) son una manera de hacer frente a esos problemas. “¿El rock’n’roll como terapia? Es muy posible. El agotamiento es mi amigo. Cuando voy de gira estoy tan cansado que no puedo estar deprimido. Para estar deprimido necesitas una cierta cantidad de energía. Además, actuar me ayuda a mantener a raya las dudas improductivas y la falta de confianza en mí mismo que llegan con la depresión”.

"¿Mis Escritores favoritos? Flannery O'Connor, James M. Cain, Jim Thompson, Philip Roth, Cheever, Dostoievsky... y, bueno, 'Moby Dick'"

Al hilo de otros episodios relevantes de su autobiografía, el autor de ‘My father’s house’ habla sobre latortuosa relación que mantuvo con su progenitor y como esta ha afectado a su propio rol como padre (“he tenido que aprender un montón de cosas que no me resultaban naturales”), se emociona al comentar lo orgullosa que su madre se siente del libro (“¡en realidad se siente orgullosa de cada jodida cosa que hago!”), repasa una vez más la lista de sus escritores favoritos (“Flannery O’Connor, James M. Cain, Jim Thompson, Philip Roth, John Cheever, Dostoievsky… y, bueno, ‘Moby Dick’: no es tan difícil como dicen, aunque contiene más información sobre ballenas de la que creo necesitar”) y se ríe cuando un periodista le plantea si escribir ‘Born to run’ le ha ayudado a descubrir algo de sí mismo que ignoraba: “¿Después de 30 años de psicoanálisis? ¡Cielos, no!”.