Lionel Messi y Antonella Roccuzzotuvieron en la noche de Rosario (Argentina) su instante bañado de promesas eternas: se dijeron "sí, quiero" con sus hermanos como testigos y formalizaron su relación extraordinaria, la de dos chicos de barrio devenidos celebridades planetarias, ante sus 260 invitados.

"Podría hacer que el mar se junte con el cielo/ Para lograr la inmensidad que hay en su vuelo/ Que me regala tu mirada y tu desvelo/ Bajo la luna cuando danzas en mis sueños". El mismo Abel Pintos, uno de los artistas preferidos de la novia, le cantó "Sin principio ni final". Con esa voz melosa de trasfondo, Leo cumplió el rito esencial de la boda e inició el intercambio de alianzas. Luego sellaron el momento con un beso en medio de los aplausos de los 260 invitados.

El reloj del complejo City Center todavía no había marcado las 21 horas. Minutos más tarde, la pareja se hizo de cuerpo presente sobre la delgada alfombra roja para repetir ante las cámaras el instante clave de la ceremonia. El mejor jugador del mundo la beso una, dos, tres veces, para que las imágenes empezaran a dar la vuelta por todos los portales y las redes. Quisieron que hablara pero solo sonrió.

La madre de Thiago y Mateo exhibió el libro de familia. Juntos regresaron sobre sus pasos para proseguir con la fiesta. Los esperaban para degustar platos típicos argentinos (cazuela de mollejas, carnes trinchadas ahumadas y los chorizos). Bebieron vinos de la Bodega Bianchi (los premiados Chardonnay y Malbec). Más tarde, la música y el baile, el mismísimo carnaval armado para ellos en el bunker.

DE ARMANI Y ROSA CLARÁ

Ella apareció con su vestido de Rosa Clará. "Rutilante", dijeron unos sobre la novia. "¡Un escote en forma de corazón!", se entusiasmo una especialista. "Pero fíjense esos delicados tirantes de encaje: perfectos para una espalda maravillosa", añadió otra comentarista avezada en trajes de bodas. "¿Y él?", quisieron saber. "Conservador y clásico", señalaron sobre su elección de Armani. "Y los hijos vistieron igual", se comentó en el City Center. "Y esa corbata color perla...".

Los casó el director del Registro Civil de la provincia argentina de Santa Fe, Gonzalo Carrillo, por pedido de ambas familias. Dicen que Carrillo se puso un poco nervioso: no se está en esas circunstancias frente a Messi todos los días. y después, como era de suponer, se dejaron llevaron por los inevitables rituales de la música y el baile.

SIN CEREMONIA RELIGIOSA POR ORDEN DEL ARZOBISPO

El diario 'La Capital' aseguró que el Arzobispado rosarino no autorizó armar una capilla en una zona dedicada al juego y otros apetitos como el City Center. Su casino parece una forzosa implantación del mundo de Las Vegas cerca del río Paraná. A pocos metros se vive y muere en el paupérrimo barrio de Las Flores, conocido por sus narcobandas. Los vecinos también quisieron a su modo sumarse a la fiesta y esa noche callaron los ruidos extraños que por lo general se confunden con balas.

Cuando el sol había caído, las presencias rutilantes -la mayoría de los compañeros de Leo en el Barcelona- comenzaron a mostrarse ante las cámaras. Desfilaron por una alfombra roja y dieron testimonio de su alegría por haber cruzado el Atlantico. Nada de declaraciones: tan solo sonrisas y poses para los fotógrafos.

LA ALFOMBRA ROJA

El primero fue Samuel Etoo y su esposa. Lo siguieron Cesc Fàbregas, Carles Puyol y Xavi, todos con sus respectivas parejas. Las estilistas diseccionaban sus prendas, comentaban las transparencias, detallaban los bordados, exaltaban la preminencia del negro, las joyas.

Más tarde aparecieron Luis Suárez, Sergio Busquets y Jordi Alba, y volvió a suceder lo mismo. Fue una fiesta sin invitaciones forzosas. "¿Vino finalmente Shakira?", quiso saber un taxista desprevenido que dejó en el Casino a su pasajero. "Claro, ¿en qué mundo vives?", le informaron. Solo estuvieron los amigos y seres queridos.

Quedaron al margen el presidente Mauricio Macri y el gobernador santafesino Miguel Lifschitz. Tampoco estuvieron el nuevo entrenador del seleccionado Jorge Sampaoli, quien le hizo saber al capitán de su equipo que no había necesidad de que participara. El titular de la Federación Arentina de Fútbol (AFA), Claudio "Chiqui" Tapia, tuvo que conformarse con ver imágenes de la boda por televisión.

LA INEVITABLE SOMBRA DE MARADONA

Los argentinos no pudieron evitar la tentación de comparar los entremeses del City Center con lo que ocurrió 28 años atrás en Buenos Aires cuando Diego Maradona formalizó su relación con Claudia Villafañe -por estos días su archienemiga- ante 1.300 invitados, entre ellos el plantel y la barra brava de Nápoles y hasta Silvio Berlusconi.

La fiesta fue en el Luna Park, el templo del boxeo. Para el diario 'La Nación', Messi confirmó con su relativa austeridad "lo que tantas veces dio a entender por mero contraste: no es Maradona, y lo más interesante es que no tiene ningún interés en serlo". La tarta en la boda de Maradona, aquel 17 de noviembre de 1989, escondía 100 anillos de oro. Los regalos "sugeridos" fueron muy costosos.

MESSI PIDIÓ A SUS INVITADOS UNA DONACIÓN

En eso Messi también marcó una diferencia: le pidió a sus amigos y familiares que donaran dinero a una organización social que trabaja en más de 100 asentamiento humildes. "Para transformar nuestra alegría en un acto de solidaridad, en lugar de un obsequio te pedimos una donación a TECHO". A cambio, se llevaron una caja de madera con una botella de vino que lleva el nombre del novio, un sacacorchos bañado en plata con las iniciales de la pareja, confites y unas palabras. "Gracias por compartir junto a nosotros este momento especial".

EL FALSO MESIAS

En las inmediaciones del City Center, a pocos metros de un Casino con su concurrencia indiferente al acontecimiento, tuvo lugar un simulacro de boda entre el "doble" de Messi, de origen brasileño, y su "novia".

La ceremonia paródica fue realizada para el programa "Pânico na Band", de la cadena paulista Bandeirantes. Alexandro Pereira Negreiros tiene 21 años y trabaja de panadero en el principal estado de Brasil. Alguien le sacó una fotografía y gracias a su parecido con el diez ganó esa notoriedad efímera que le permitió viajar a Rosario.

Las personas que se acercaron al verlo, creyendo que era el "verdadero" Leo no pudieron sino sentirse doblemente molestos. Por un lado, porque la farsa hacía trizas sus ilusiones de estar en el lugar indicado y a la hora indicada. Segundo, porque se habían burlado del hijo dilecto de la ciudad. "Solo un brasileño podía hacerse pasar por un falso mesías", hizo saber uno de los defraudados.