Los ladrones utilizan técnicas cada vez más sofisticadas para burlar la seguridad y conseguir grandes botines. Sin embargo, en esta ocasión, el trofeo no ha sido cuantioso. Un hombre de nacionalidad rusa ha matado moscas a cañonazos, como se suele decir, y ha robado un blindado de la era soviética para empotrarlo contra una tienda y poder llevarse una mísera botella de vino.

El alunicero, en aparente estado de embriaguez, se ha hecho con el tanque en una instalación de entrenamiento militar, ha dejado varios coches destrozados por el camino y ha bajado del vehículo para entrar en el establecimiento, donde ha efectuado el hurto.

Tras volver al carro de combate y no poder maniobrar, el conductor ha decidido bajarse del tanque e irse por su propio pie con actitud tranquila. Poco después, las autoridades le han detenido, sin que el hombre opusiera resistencia.