A Timothée Chalamet le gustaría que la fama sirviera para que la gente aprendiera a pronunciar bien su nombre. Por lo demás, intenta mantener la calma a pesar de que, en unos pocos meses, ha pasado de ser un auténtico desconocido a convertirse en una de las jóvenes promesas más efervescentes de Hollywood. Y lo curioso es que ha conseguido ser el foco de atención no porque haya protagonizado ningún escándalo amoroso (y eso que fue novio de la hija de Madonna), ni porque haya formado parte del elenco de una publicitada serie de Netflix, sino gracias a su interpretación en una película de autor, dirigida por un italiano y en la que interpreta a joven que se enamora de un hombre mayor.

No suele ser habitual, pero a veces estas cosas pasan. A veces se valoran de verdad las actuaciones excepcionales y no solo los fuegos de artificio en las grandes superproducciones donde se pasean las nuevas estrellas de turno. Y lo que hace Timothée (que no Timothy) Chalamet en Call me by your name (el estreno en España está previsto el 26 de enero) es de naturaleza prodigiosa. Quizá porque sabe transmitir algo tan difícil de una manera totalmente transparente como es el sentimiento de indefensión y vulnerabilidad ante el amor, en este caso, el primer amor. Y lo hace pasando por todas las fases posibles: turbación, deseo, confusión, euforia, irascibilidad, tristeza… Y a través de su mirada nos adentramos en la montaña rusa que supone para un adolescente el descubrimiento de su verdadera identidad sexual. Y qué fuerza tiene esa mirada. No hay espectador que no salga tocado tras el plano final de la película. Y por eso, las nominaciones y los premios no han tardado en llegar. Su nombre se encuentra en las listas de los mejores intérpretes del año junto a titanes como Daniel Day-Lewis, Tom Hanks y Denzel Washington.

Está nominado en los Globos de Oro, ha arrasado en los galardones de la Asociación de críticos de Los Ángeles y todo indica que tiene muchas posibilidades de colarse en los Oscar, lo que supondría un soplo de aire fresco dentro de la Academia, que no suele apostar tan fácilmente por los nuevos y más jóvenes talentos.

FICHAJE DE WOODY ALLEN / Timothée Chalamet tiene 22 años (el pasado miércoles 27 fue su cumpleaños) y es un orgulloso neoyorquino. Por eso cuando recogió su premio en los pasados Gotham lo dedicó a todas aquellas figuras cinematográficas de su ciudad que lo habían inspirado, desde John Leguizamo a Martin Scorsese. No es de extrañar que otro ilustre nativo de Manhattan, Woody Allen, lo haya fichado para su próxima película, A rainy day in New York, en la que compartirá protagonismo junto a Elle Fanning y Selena Gómez.

Chalamet es un joven aplicado. Acaba de graduarse en la escuela de artes escénicas de La Guardia y su interés por la interpretación le viene de la herencia familiar que le dejaron su madre y su tío.

Ya habíamos visto a Chalamet en un buen puñado de papeles antes de deslumbrarnos en Call me by your name, pero quizá no le habíamos prestado la suficiente atención: fue el novio de Dana Brody en Homeland durante la segunda temporada, el trasunto juvenil del personaje de Casey Affleck en la odisea espacial Interstellar y participó en el drama coral de Jason Reitman sobre las relaciones en la era de internet Hombres, mujeres & niños. Y en los próximos meses lo veremos en el aclamado debut en la dirección de Greta Gerwig, Ladybird. A pesar de su apretada agenda cinematográfica, Chalamet asegura que su pasión es el teatro, y una de sus mejores experiencias, haber participado en la producción del off Broadway Prodigal son, del premio Pulitzer John Patrick Shanley. Aunque no lo practique, también le gusta el baloncesto (es de los New York Knicks, por supuesto). Y el hip hop y el rap, en especial Kid Cudi, Lil B y Frank Ocean.

Nunca hubiera esperado convertirse en un influencer, pero su cuenta de Twitter echa humo a diario (@RealChalamet) y cada uno de sus estilismos se convierte en tendencia. La generación millennial ya tiene nuevo actor de moda.