En un soplo, Barcelona ha pasado del micro restaurante, ese tubo tan común en el Ensanche, al macro espacio. La elefantiasis se contagia. Bellavista del Jardín del Norte, que recibe hoy a los primeros visitantes en el número 86 de la calle Enric Granados, participa del gigantismo: mil metros cuadrados en dos plantas más otros mil ajardinados, con césped y árboles que han visto la transmutación de este interior de manzana, y sus intimidades. Abre la boca el visitante al encontrar este pulmonazo.

¿Quién está detrás del multiespacio? Un equipo en el que juegan hermanos: los Iglesias (Juan Carlos, Borja y Pedro) y los Messi (Rodrigo, Matías y Leo). Los Iglesias tienen experiencia fraterna con otros cracks, los Adrià. Pronto podrán formar el FC Bellavista.

Borja, que hace de cicerone, se ha lesionado un brazo jugando a fútbol: que nadie se lo cuente a Leo. El anterior inquilino fue una agencia de publicidad, así que el márketing impregna estas paredes: no es un restaurante más, sino que representa un pueblo.

Ha sido diseñado en homenaje a la población natal de los Messi, de donde mana el agua que sirven. Maquinas de marcianitos, botijos, salones para presentaciones (que acogerán el futuro Bellavista Club Social) y váteres en los que Chiquito de la Calzada cuenta chistes: al parecer es tendencia urológica.

Los distintos espacios son lugares para comer, como cuenta Borja: «Primero, la floristería; después, el colmado, donde desayunar, vermutear y merendar. El quiosco, la barbería, la iglesia, el bar y la plaza del pueblo. Queremos representar ese espíritu relajado. Arriba, los reservados, a los que se puede acceder directamente desde el párking». Cada uno con su tele y su Play: un ecosistema ideal para el futbolista, al que han pedido una camiseta y un balón de oro para exponer.

AL GUSTO DEL JUGADOR / Cocina abierta en la que manda Mónica Morales, reforzada al comienzo con los chefs ejecutivos Rafa Morales (otro parentesco) y Ever Cubilla. ¿Qué se come? Habla Juan Carlos Iglesias: «Tenemos marisquerías, restaurantes de tapas populares y de tapas creativas, mexicanos, peruanos… una mezcla de mis favoritos».

Nada de banquillo: que salgan los delanteros. La ostra con cereza es brutal, la navaja en cebiche está subida de ácido y la súper Gilda ha sido gelatinizada. Merecedora el balón de oro, la tartaleta de aguacate y buey de mar. Para hacer la ola, el tiradito de besugo, servido con la cabeza y la espina del pescado. El áspic Bellavista es el agradable reencuentro con una modalidad gastro de los 80 prácticamente extinguida: esta es de carrillera y verduras, que habría que realzar con algún punto de sabor. Paellita de arroz del senyoret, versión marisquera y con el grano en su punto. Para terminar, fresas con su jugo.

Por si la estrella del Barça se acerca, hay una milanesa napolitana a caballo. Y un césped por el que correr, o en el que tumbarse para hacer la digestión. H