Manuel Díaz ‘El Cordobés’ ha confesado a Bertín Osborne en el programa de Tele 5 ‘Mi casa es la tuya’ que se hizo torero por "venganza"hacia su padre, Manuel Benítez ‘El Cordobés’, obligado por un procedimiento judicial a reconocer su paternidad. El espacio de entrevistas ha reunido a Manuel Díaz con su hermano Julio Benítez, también torero como él. Ambos diestros se han sincerado en el programa y han hablado de sus relaciones. "Yo me hice torero porque no me quedó más remedio en mi vida. Era mi única arma para intentar darle justicia a lo que mi madre estaba sufriendo. Vocación sí la he tenido después, pero lo que más me gustaba con 13 años era jugar con los niños y no ponerme a entrenar. Yo me hice torero por venganza, porque yo tenía que vengar a mi madre, buscar mis raíces, mi sangre", ha revelado Manuel Díaz.

También ha contado cómo se enteró del fallo judicial que reconocía la paternidad negada por el famoso torero de los años 60 y 70. "Me llama Virginia (su mujer) y me dice que acaban de llegar los resultados, que la prueba de ADN dice que en un 99,9% es positiva. Cuando cuelgo el teléfono se me aflojaron las piernas, empecé a temblar. Yo estaba en el campo y no sabía si reírme o llorar porque era la primera vez en mi vida que yo sabía que todo era verdad. Me senté en una piedra y vino una vaca rumiando, se me arrimó y yo le pregunté: ¿Tú te has dado cuenta de que al final todo era verdad? Ni mi madre lo sabía en ese momento".

Sobre sus estrechas relaciones con el diestro fallecido Francisco Rivera ‘Paquirri’, Díaz ha declarado: "Yo, a veces, comento con su hijo Fran la grandeza de su padre y lo agradecido que siempre le he estado por el sitio que me dio en esta profesión, cuando me decía que no le hacía falta que le dijera nada, porque él sabía quién era yo’. El papel de su madre ha sido fundamental a la hora de afrontar las reticencias de su padre: "Agradezco profundamente que mi madre me haya criado en el cariño y no en el odio hacia mi padre, algo que gracias a Dios les he inculcado a mis hijos. Cuando vieron por primera vez a Julio se abrazaron a él ilusionados llamándole ‘tito Julio’ como si ya le conocieran”’.

Cita frustrada

Uno de los momentos más amargos ha llegado cuando le ha tocado contar el encuentro frustrado con su padre: “Él me mandó un secretario para que hablara conmigo. Me dijo que el jefe había pensado que iban a hacer un tentadero para que fuera allí con mi familia y nos hiciéramos una foto para colgar en las redes. Yo le dije: ‘Así no. Tú, si me permites a mí, le dices al monstruo que yo cuando él quiera me voy a donde él me diga solo, solo, a tomarme un café con él y me siento yo solo con él cinco minutos en un cuarto los dos. Yo creo que me merezco, después de tanto tiempo, tener cinco minutos con él. Sin gente, sin una cámara. Que luego quiere hacerse quinientas mil millones de fotos, me las hago. Que luego tenemos que irnos los dos abrazados por la plaza de las Tendillas de Córdoba, me voy. Pero yo quiero cinco minutos’". A los tres días me fui a entrenar y me encontré una página en el Diario CÓRDOBA diciendo: ‘He invitado a Díaz a vernos en mi casa y lo ha rechazado”.

Julio Benítez ha detallado cómo se desarrolló su primer encuentro con su hermano Manuel: “Fue surrealista, algo muy extraño. No me costó nada acceder a verme con mi hermano. Sí lo fue el decidir torear con él por la trascendencia mediática, ya que yo soy muy tímido y tengo mucho respeto a los medios. Tampoco quería que repercutiera en mi madre y hermanos, que siempre se han mantenido al margen y están en su derecho. Nunca me pusieron ningún impedimento en casa para hacer este encuentro. Lo hice con el corazón porque lo sentía y no me arrepiento de haber dado el paso”.

Los dos han dejado claro su deseo de estar juntos con su padre. “Teníamos la esperanza de que nuestro padre asistiera a la primera corrida de toros juntos. De hecho, él pidió unas entradas. Sería muy bonito el hecho de que podamos algún día estar los tres juntos, ya que los tres nos dedicamos a lo mismo”, ha dicho Manuel antes de que Julio suscribiera su anhelo: “Seguro que pasará al final. Yo estoy convencido. Me gustaría”.