Ha llegado la hora de la Justicia, con mayúsculas, para Harvey Weinstein. El productor de cine, al que más de 80 mujeres han acusado de agresión y acoso sexual, se entregó ayer a la policía de Nueva York. Tras ser procesado y acusado de cargos de «violación, acto sexual criminal, abuso sexual y conducta sexual inapropiada», fue trasladado, esposado, a un tribunal penal de Manhattan, donde fue imputado formalmente.

El juez le ha permitido quedar en libertad bajo una fianza de 10 millones de dólares, aunque el productor, de 66 años, evita la prisión al pagar un millón en efectivo. Llevará un dispositivo electrónico de seguimiento en el tobillo y se le permitirá ir a su mansión de Connecticut, aunque se le ha requisado el pasaporte. Tendrá que volver a comparecer ante la justicia el 30 de julio.

La policía de Nueva York informó de los cargos en un comunicado, donde dio las gracias a dos mujeres que han permitido la imputación, definiéndolas como «valientes supervivientes». Aunque la víctima de la violación no ha querido que se haga público su nombre, se sabe que el cargo por «acto sexual criminal» se ha planteado por la acusación de Lucía Evans, que en el 2004 era una estudiante de 24 años a la que Weinstein obligó a practicarle una felación en su oficina de Miramax.

Weinstein llegó a la comisaría en un todoterreno negro, con gesto sombrío y un gran cuaderno de tapas negras y dos libros bajo el brazo, las biografías de Elia kazan y Rodgers y Hammerstein. Menos de dos horas después, tras ser fichado con fotos y la toma de huellas dactilares, fue conducido al tribunal.

«NO CULPABLE» / Su abogado, Benjamin Braffman, habló con la prensa en las escaleras del juzgado y anunció que el productor «se declarará no culpable». Insistió en que su cliente «niega vehementemente» las acusaciones y «siempre ha mantenido que todas sus actividades sexuales fueron consentidas». Braffman también cuestionó a las víctimas y, a modo de defensa, aseguró que su cliente «no inventó el sofá de casting en Hollywood», como se denomina a la cultura de favores sexuales a la que durante décadas se han tenido que someter las aspirantes a entrar en la industria.

Los cargos son los primeros pero posiblemente no los últimos, y llegan casi ocho meses después de que The New York Times publicara, el pasado 5 de octubre, el primer artículo que sacó a la luz décadas de abuso sexual del productor. Poco después llegaron más revelaciones en The New Yorker. Y se abrieron las compuertas a un torrente de denuncias de mujeres dispuestas a hablar, que demostraron no solo el patrón de comportamiento de Weinstein como un depredador sexual sino también la estructura de poder y presión que había creado para mantenerlas en silencio.

El paso adelante de actrices como Ashley Judd, Asia Argento, Paz de la Huerta, Mira Sorvino, Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie o Salma Hayek ayudó a colocar el foco sobre el lado más oscuro de la industria.

Y dio alas al movimiento #MeToo, que está cambiando la conversación y la acción sobre el acoso sexual más allá de lo que es Hollywood.

No todas las víctimas de Weinstein eran miembros del star system. Había también secretarias y empresarias y empleadas de la industria. Y fue precisamente el relato en The New Yorker de Evans, la aspirante a actriz y estudiante a la que Weinstein forzó en el 2004, el que llevó a la fiscalía de Nueva York a abrir la investigación que ha culminado con la imputación.

PREMIO PULITZER / Evans recordó en ese artículo cómo se conocieron en un bar, cómo el productor y sus asistentes empezaron a contactarla para una reunión en las oficinas de Miramax en Tribeca y cómo cuando llegó allí Weinstein la forzó. «Dije una y otra vez no, para, no quiero hacer esto», le contó a Ronan Farrow (que junto a las periodistas del Times Jody Kantor y Megan Twohey ha recibido este año el Pulitzer por su trabajo en el caso).

«Me resistí pero quizá no lo suficiente. Es un tipo grande. Pudo más que yo. En cierta forma me rendí».

La fiscalía acudió a Evans al día siguiente de que se publicara el artículo y se puso en marcha el proceso que entró en una nueva fase ayer. «Llega un momento en que tienes que pensar en el bien mayor de la humanidad, de las mujeres», decía este jueves Evans a Farrow.

Los investigadores no solo han contactado con ella. La actriz Paz de la Huerta, que asegura que Weinstein la violó dos veces en el año 2010, ha hablado también en dos ocasiones con ellos. Y ha habido también entrevistas a víctimas en Los Ángeles y en Canadá. La policía de Los Ángeles y de Londres también tiene abiertas también investigaciones relacionadas con el caso.