La duquesa Cayetana de Alba ha muerto este jueves en el palacio de Dueñas, donde estaba siendo tratada de una neumonía que obligó a su ingreso hospitalario el pasado domingo. La noticia ha sido confirmada en las redes sociales por el alcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido. Por expreso deseo de la familia, y ante el empeoramiento de su estado de salud, la aristócrata, de 88 años, fue conducida a su domicilio para pasar allí sus últimas horas.

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La capilla ardiente se instalará a lo largo del día en el salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla y se mantendrá abierta hasta el viernes, día del funeral.

Muy vinculada a la ciudad de Sevilla, en sus memorias, la duquesa expresó su voluntad de ser incinerada y adelantó que había conseguido el permiso del Obispado para que sus cenizas reposaran a los pies de su venerado Cristo de los Gitanos.

Vitalista y apasionada, la salud de Cayetana, delicada en los últimos años a causa de varias caídas y operaciones para paliar hidrocefalia que sufre, empezó a resentirse el pasado jueves 13 de noviembre. Una inoportuna gastroenteritis se complicó y provocó ahogamientos e infección en los pulmones, por lo que se vivieron momentos de angustia. No obstante la duquesa consiguió remontar, pero el domingo, y ante el temor de nuevas complicaciones, su marido y el equipo médico que tiene en casa decidieron trasladarla de urgencias al hospital sevillano Quirón Sagrado Corazón, donde permaneció apenas 48 horas.

Cayetana ingresó en situación de insuficiencia respiratoria secundaria a neumonía de la comunidad, asociada con arritmia cardiaca y repercusión hemodinámica. Durante el tiempo en la UCI los médicos no han logrado controlarle la infección del pulmón, y en todo momento dejaron claro que parte de la evolución dependía de su avanzada edad, que podía complicarlo todo. Los partes médicos ofrecidos por los facultativos hablaban en todo momento de pronóstico "reservado", y aunque no tenía respiración asistida, persistía la situación de "insuficiencia respiratoria" debida a su infección pulmonar.

EN LA CATEDRAL

El cadáver de la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, será incinerado y sus cenizas serán depositadas bajo el Cristo de los Gitanos, en el altar mayor de la capilla de esta hermandad de Sevilla, de la que era muy fervorosa, confirmaron fuentes cercanas a la cofradía.

El templo de los Gitanos, ubicado en la calle Verónica, en pleno casco antiguo de Sevilla y cerca del palacio de la Dueñas, de la familia Alba, fue financiado por la duquesa fallecida.

Todas las madrugadas del Jueves Santo, cuando sale en procesión por las calles de Sevilla el Cristo de los Gitanos, pasa por delante del palacio de la Dueñas y salvo en contadísimas excepciones, la Duquesa fallecida siempre salía a recibirlo, le colocaba un ramo de flores y se cantaba una saeta. Después proseguía la procesión.

En la Capilla de los Gitanos hay un manto donando por la duquesa fallecida con el escudo del ducado de Alba.

La hermandad del Cristo de los Gitanos, a lo largo de su historia ha llevado una vida "nómada", alojándose en diferentes iglesias sevillanas, hasta que la duquesa de Alba financió el templo actual, donde reposarán sus cenizas.

El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, ha trasladado sus condolencias a la familia de la duquesa de Alba, fallecida hoy en Sevilla, y le ha ofrecido la posibilidad de que la Catedral sevillana acoja la celebración de las exequias bajo la presidencia del cardenal Carlos Amigo Vallejo.

En un comunicado del Arzobispado, Asenjo expresa su "sincera condolencia" a los familiares de Cayetana de Alba, y les ha querido trasladar su "cercanía" en estos momentos, al tiempo que les asegura su oración "por el eterno descanso del alma" de la duquesa, "y para que el Señor les conceda a todos ellos consuelo y fortaleza".

Juan José Asenjo les brinda la posibilidad de que la Catedral de Sevilla acoja la celebración de las exequias, cuya presidencia ha ofrecido al cardenal Carlos Amigo Vallejo "dada su estrecha relación con la familia" de la duquesa de Alba.

El arzobispo de Sevilla ha anunciado que acudirá a la capilla ardiente, que se instalará en el Ayuntamiento de Sevilla, "para rezar un responso por su eterno descanso, al tiempo que "se ofrece para presidir el funeral de novenario, a celebrar en el templo que la familia determine".