Ahora, después de haber estado cerca de perder la vida por su mala cabeza, quiere explicar su caso al mundo para que nadie más vuelva a cometer la misma locura. El joven brasileño Romario Dos Santos, de 25 años, estuvo a punto de perder los brazos y, más aún, la vida, después de inyectarse durante tres años una mezcla explosiva de aceite y alcohol con el fin de hacerlos crecer tanto como los del propio Hulk, el superhéroe de la Marvel al que quiso emular.

Dos Santos lo explica en una entrevista en 'Daily Mail', en la que confiesa que los niños le huyen aterrorizados y le llaman "monstruo" en su ciudad natal, Caldas Novas.

ADICTO

Por culpa de su mala cabeza ahora se enfrenta a graves problemas de salud. Por culpa del relleno sintético Synthol se volvió un adicto, le cambió la personalidad, perdió la cordura y trató de suicidarse cuando su esposa estaba embarazada de seis meses.

"Quiero que otras personas vean los peligros; podría haber muerto solo porque quería músculos más grandes. Simplemente, no vale la pena", confiesa avergonzado mientras rememora cuando el médico le avisó de que le tendrían que amputar los brazos, ya que el líquido que se inyectaba se le había cristalizado en los músculos.

Hace tres años, el joven culturista se trasladó de su ciudad natal a Goiania, y allí conoció a chicos con brazos muy grandes que iban al gimnasio. "Ellos me mostraron el Synthol y quedé entusiasmado con los resultados", explica.

La adicción era tal que incluso se las ingeniaba para engañar a su mujer, Marisangela Marinho, para que ella le inyectara la sustancia en los lugares en los que él no llegaba.

MÚSCULOS SOLIDIFICADOS

"Mis músculos empezaron a solidificarse, estaban llenos de rocas", describe. Por lo que tuvo que empezar a utilizar agujas más fuertes (las que se utilizan para el ganado).

Con el tiempo, el Synthol comenzó a provocarle un dolor constante y tuvo una insuficiencia renal por culpa de las toxinas del aceite. Entró en una depresión, quiso suicidarse. Sus bíceps medían 64 centímetros. Su salud mental se deterioró. Tuvo que ser hospitalizado.

El médico le advirtió de que si seguía así tendrían que amputarle los brazos. Pero finalmente no hizo falta. Los médicos le quitaron las"rocas" del aceite que se le habían formado.

Desde hace dos años ya no se pincha Synthol. Pero otras sustancias para modular el cuerpo aún le siguen tentando. Sigue soñando con ser culturista profesional, y jura que va a lograrlo sin tomar Synthol.