Portar la corona imperial, uno de los símbolos de la monarquía británica, es una tarea pesada, según Isabel II, que no habla en sentido figurado. “Te puede romper el cuello”, confiesa la reina de 91 años, con franqueza inesperada, en un documental que la BBC emitirá este domingo.

Las distintas y valiosísimas coronas, que ha debido utilizar a lo largo de su extenso reinado, son tan pesadas que obligan a tomar precauciones. “No se puede bajar la cabeza para leer tu discurso, hay que subir el texto porque de lo contrario te arriesgas a romperte el cuello”, afirma la soberana. “Hay algunos inconvenientes con las coronas. Pero son objetos muy importantes”, añade.

UNA CORONA DE 1,28 KILOS

Cuando van a cumplirse 65 años de su coronación, el próximo mes de Junio, Isabel II ha coincidido una rara entrevista, en la que recuerda las anécdotas de aquella ceremonia en la abadía de Westminster, transmitida en directo por televisión, un medio incipiente, que daba sus primeros pasos en el Reino Unido. A pesar de las estrecheces de la postguerra la puesta en escena fue esplendoros. La Imperial State Crown, que portó entonces y ha vuelto a llevar muchas veces después en las grandes ceremonias, como la apertura del Parlamento, pesa 1,28 kilos y consta de 2.868 diamantes, 17 zafiros, 11 esmeraldas y 269 perlas.

De inspiración victoriana, diseñada para la coronación de su padre, el rey George VI, tras su falleció, el tamaño fue reducido en altura, para que pareciera más femenina y mejor adaptada a la cabeza de la joven reina, que apenas contaba 27 años cuando ascendió al trono. “¿Verdad que es mucho más pequeña?” señala Isabel II, en el documental titulado “La coronación” de una hora de duración. “Afortunadamente mi padre y yo tenemos la misma forma de cabeza. Pero una vez que te la pones, ahí está. Tienes que mantener la cabeza derecha”.

ATRAPADA EN LA ALFOMBRA

La filmación es fruto de la colaboración entre la BBC y el Royal Collection Trust, que tiene a su cargo la protección de millones de antigüedades y piezas de arte en nombre de la nación. El rodaje tuvo lugar en su mayor parte en el Palacio de Buckingham donde fueron trasladadas dos de las coronas que habitualmente se hallan custodiadas en la fortaleza de la Torre de Londres.

Las declaraciones de la reina, que charla distendidamente y con humor, se entremezclan con imágenes de archivo, que recrean aquella histórica jornada. La monarca llevaba ese día un traje de seda bordado con oro, plata y perlas, demasiado pesado. En un momento dado, recuerda, se quedó atrapada en una espesa alfombra. “No podía moverme en absoluto”, comenta entre risas. También se queja de la falta de confort de la carroza de oro con la que recorrió las calles de Londres. “Horrible. No está hecha para viajar en absoluto”.

JOYAS ESCONDIDAS EN UNA LATA DE GALLETA

El documental descubre cómo las joyas de la famosa corona real fueron escondidas bajo tierra en una caja de lata de galletas, durante la Segunda Guerra Mundial, para evitar que pudieran caer en manos de los nazis. La caja, de la marca Bath Oliver, fue enterrada en el castillo de Windsor. La operación la organizó en medio del máximo secreto por el rey Jorge VI y solo ahora ha sido desvelada gracias unas cartas confidenciales conservadas en los archivos reales. Ni la propia Isabel II, que entonces tenía apenas 14 años y pasó la guerra en Windsor, conocía la historia. Sobre lo ocurrido en aquel periodo bélico con las joyas ha habido muchas teorías y rumores. Se dijo que habían sido enviadas a Canadá, para ponerlas a salvo, o que habían sido escondidas en una cueva en Gales.