Poco después de que el publicista Risto Mejide echara en cara a Andreu Buenafuente, en su artículo dominical de El Periódico, haberse reído de su relación, y su boda, con una mujer mucho más joven que él, el cómico catalán ha querido responder al ataque desde su blog.

Este es el texto íntegro de su respuesta:

"El humor sirve porque si viéramos la verdad saltaríamos de una roca. Es pensar que cada día se puede ser mejor pero nunca se llega a estar bien" Jonas Jonasson

Lo primero que quiero aclarar es que yo no estoy en guerra con nadie. Lo digo porque algunos medios, ávidos de refriega, titulaban así. Una guerra se produce cuando dos se quieren pelear y aniquilar. Al menos por mi parte, no tengo la mínima intención.

Lo primero que pensé al leer tu artículo es que se trataba de una broma. Eso debe de ser deformación profesional. Como soy cómico (casi veinticuatro horas al día) creo que todo el mundo está siempre de cachondeo cosa que, por cierto, sería fantástica aunque utópica. Pensé que no podía ir en serio que una persona tan lista como tú, tan conocedora de los medios, sus claves, sus repercusiones, tan inmersa en ellos y que lleva tanto tiempo navegando bajo los focos, se apuntara también a limitar el humor. No puede ser y seguramente no sea así.

Te cuento cómo va mi cabeza de payaso (hasta donde yo sé): yo me río de TODO. A veces lo digo y lo hago, otras no. La gente de la calle es "peor" que yo, benditos sean. Los chats de "wasap" serían la radiografía del humor español. Descarnado, inmisericorde, negro a veces, rápido y afilado. Y en ese país, con esa gente, estoy yo y eso es lo que he mamado. Trabajo para ellos y para mí. Los de mi equipo y de mi productora son también así. Bendiciones para ellos, parafraseando a Sandro Rey. Mi combate permanente consiste en estar siempre a la altura de eso. Mi archienemigo: lo blanco. Por intrascendente, por neutro, por "olvidable". El día que sienta que pierdo ese combate, que me he acomodado, que respeto demasiado,será el momento de dejarlo. Vendrán otros cómicos con menos escrúpulos, como debe de ser. Como dice mi amigo Xavi, hacemos humor hasta de lo que respetamos. Ahí está nuestra naturaleza. Es algo bipolar, lo sé, pero es así. En la calle, los bares, las oficinas y los chats, se hace mucha broma con tu boda y vuestra diferencia de edad. Y conmigo también. De mis idas y venidas o de lo que sea. De eso no se salva ni Dios. Entenderlo es relajarte y, al menos yo, no siempre lo consigo. Te invito a que revises tus niveles de autoparodia. Siempre son bajos, al menos los míos. Si me llegara, me pegaría una patada en mis propios huevos para activarme.

Veo que has enfocado tus quejas hacia lo emocional y personal,hacia el triunfo del amor y nuestros prejuicios. Incluso añades unas cuantas citas de personas en tu misma o parecida situación. No puedo estar de acuerdo, porque yo no hacía bromas sobre ellas, no las conozco. Hacía broma con lo tuyo. Hacía broma sobre ese señor con gafas llegado de la publicidad que irrumpió como un ciclón en la tele, siempre enfadado y con malos modos. El señor que luego aclaró sus gafas, derivó hacia la autoayuda negándola, luego pasó a entrevistador y ahora regenta un programa sobre el amor (o no). Es decir: EL PERSONAJE. Nada personal, como los negocios.

Pensé (y sigo haciéndolo) que al hacernos partícipes de tu bonita historia de amor por tierra, mar y aire (de la que me alegro), estarías preparado para la ironía, la burla, la chanza, la parodia y todo eso. La parodia no cuestiona nada, se queda en la superficie, las formas. El fondo es íntimo, nada que decir.

Si en algún momento te has sentido mal, te pido disculpas pero no puedo parar. No sabría como hacerlo, dejaría de ser yo, de ser nosotros. Después de casi treinta años en esto, sé que el humor es como el respirar, la única salida. Me equivoco unas tres veces al día (incluyendo la jornada laboral) pero sigo adicto a esto, a pasear por el alambre de lo correcto y caerme a veces, soy un yonqui de la risa acompañado por un maravilloso grupo que disfruta de la provisional y mágico de todo esto. Y así seguiremos.

Te diré más: te invito a que vengas a mi programa (como ya hice cuando sacaste el vídeo de "Mía") para reírnos juntos. En aquella ocasión no pudiste, pero mi sofá sigue a tu disposición y al de tu esposa. Ojalá, en tu próxima visita se cumpla lo que tu mismo dijiste la última vez que coincidimos en un plató: "lo más maravilloso que hay en la vida es que alguien te haga cambiar de opinión". Seré yo, Señor?