El Real Madrid busca su quinta victoria liguera consecutiva en la primera visita en partido oficial a Montilivi, ante un Girona con ilusión por reafirmar las buenas sensaciones dejadas ante el Dépor, en un duelo marcado por los tintes políticos ante la situación que se vive en Cataluña.

Pese a que durante toda la semana se ha especulado con la posibilidad de que el encuentro fuera suspendido debido a la compleja situación política que vive Cataluña, parece que finalmente el partido se jugará «con toda la normalidad».

Una prueba de la normalidad con la que se disputará el encuentro es que Florentino Pérez, máximo mandatario del Real Madrid, ha confirmado su asistencia a la comida de directivas y al palco de Montilivi, que se espera que esté lleno hasta la bandera.

En este sentido, teniendo en cuenta que las entradas que se pusieron a la venta duraron apenas unas horas, el feudo rojiblanco podría incluso superar la cifra de 13.305 espectadores que se registró en el partido contra el Barcelona del pasado 23 de septiembre.

En el plano deportivo, la plantilla rojiblanca intentará poner fin a una racha de tres jornadas seguidas perdiendo en casa. El Real Madrid llegará a Cataluña sin su autobús oficial, centrado en lo deportivo tras aislarse de todo lo político que rodea su visita como uno de los grandes emblemas españoles. Zinedine Zidane ha huido en cada comparecencia de esta semana de un tema que está convencido no afectará a lo que ocurra en el terreno de juego ni fuera de él, con la seguridad reforzada que acompañará al conjunto madridista.

El estreno en Copa del Rey del Real Madrid permitió dar minutos a Zidane a los jugadores de la segunda unidad en Fuenlabrada y descanso a sus titulares. Regresarán a un once en el que siguen sin poder entrar Keylor Navas, Dani Carvajal, Mateo Kovacic y Gareth Bale por lesión.

La recuperación liguera del equipo de Zidane, que ha ido escalando posiciones hasta la tercera plaza y está obligado a ganar para seguir el ritmo de Barcelona y Valencia, pasa por extender su buena dinámica en un estadio donde nunca jugó, y en el que Cristiano Ronaldo quiere mejorar su bajo promedio goleador del arranque liguero para sumar una nueva víctima a su larguísima lista de equipos a los que dejó su sello.