Al noroeste de Priego de Córdoba, a los pies de Sierra Alcaide, se localiza la blanca aldea de Zagrilla. En realidad, existen dos poblaciones con este mismo nombre, denominadas Zagrilla la Alta y Zagrilla la Baja, por su ubicación topográfica. Vamos a referirnos hoy a la primera, un encantador pueblecito cuyas calles bordean irregularmente la sierra, y a veces trepan tan descaradamente por las cuestas que se hace necesario el uso de escalones y barandillas. Siguiendo el modelo constructivo árabe, Zagrilla Alta es un pueblo blanco con fachadas encaladas, recovecos y rincones, discreción en su exterior y exuberancia floral en los patios interiores. Esta aldea cuenta, entre otros atractivos, con un manantial inagotable de agua cristalina que nace de la roca, dando nombre al río Zagrilla, flanqueado a su vez por un lavadero público todavía en uso.

En un estudio sobre los orígenes medievales de las aldeas de Zagrilla, de Manuel Peláez del Rosal, encontramos interesantes datos sobre el origen del topónimo. De acuerdo con las crónicas musulmanas, el término o vocablo Zagrilla es un diminutivo de Zagra, y así aparece ya denominado este lugar en el Libro de la Montería que fue escrito después de la conquista de la comarca de Priego por el rey Alfonso XI en el año 1341. Probablemente, el origen de Zagrilla se sitúe en el siglo X, cuando, en torno al generoso manantial, se forma una alquería o aldea islámica. El testimonio más antiguo de época musulmana sobre los castillos de la comarca prieguense nos lo proporcionan sendos relatos de conquista de los tiempos del emir Abderramán III en torno a los años 921-922, fecha en la que su ejército desalojó al clan de los Banu Muhallab de su castillo de Esparragal, en cuyo término estaba sin duda Zagrilla. El otro relato afirma con más precisión que tanto el castillo del Esparragal como otro denominado al Sujairat, en su término o jurisdicción, fue rendido, es decir, conquistado y destruido. Al-sjairat es un diminutivo de al-sajr, de la que deriva la voz Zagra, y viene a significar peñascal o lugar de peñascos o rocas. Sin embargo, no concuerda un lugar pedregoso o rocoso con la idea que tenemos de valle, una cierta planicie en la que sea posible el establecimiento de una colonia o población humana que pueda subsistir gracias a la proximidad a una fuente o río y donde sea viable el cultivo para la subsistencia.

Pero la palabra árabe al-sajr tiene también otro significado, y es el de lugar (castillo, torre o asentamiento) de frontera, y es fácil suponer que el río Zagrilla, al igual que otros cursos de agua, ejercería un importante hito en la divisoria de territorios. Sería primero frontera omeya cordobesa frente al poderío hafsuni entre los años 880 y 929. Más adelante, lugar fronterizo de la cora de Elvira y del reino nazarita, hasta que en 1341 conquista este territorio Alfonso XI. A partir de este reinado, y bajo dominio cristiano, será lugar fronterizo de la Corona de Castilla durante siglo y medio hasta la conquista de Granada en 1492. De hecho, en 1426 el caballero Martín López, alcaide de Zagrilla, es cofundador de la cofradía de San Idelfonso, creada para la mejor defensa del territorio de las incursiones fronterizas del Reino de Granada. Y desde entonces este lugar parece que ha sido habitado ininterrumpidamente. En el Siglo XVIII, cuando contamos con los primeros datos de censo fiables, ya contaba con 75 vecinos. En la actualidad viven en la aldea 191 personas.

Una necrópolis localizada en la propia aldea de Zagrilla Alta confirma el asentamiento califal. En la parte media del cerro se descubrió este cementerio, con calles en terrazas e inhumaciones en fosas orientadas noroeste-sureste, con el difunto en decúbito supino, y cubiertas de lajas de caliza. Pero el hábitat en torno al manantial de Zagrilla se remonta siglos atrás. En la parte más alta de la aldea, entre un olivar y un terreno cultivado con almendros, se han encontrado materiales de la prehistoria reciente.