Comedia y drama se alían en Toni Erdmann, la «película más premiada del año» y, según su directora, una mirada sobre la familia que reflexiona sobre la vida y el choque entre dos generaciones, la actual, adherida a frías consignas de empresa, y la previa, defensora de «un mundo sin barreras». «Esta concepción siempre la he visto como una isla que se hunde y la culpable de que eso suceda es nuestra generación», opina la realizadora alemana Maren Ade (Karlsruhe, 1976).

Este film ya se ha hecho, entre otros galardones, con cinco Premios del Cine Europeo y con el de la crítica en Cannes, además de presentarse como gran aspirante al Oscar a la mejor película de habla no inglesa en la próxima edición de las estatuillas doradas. En Toni Erdmann, Ines (Sandra Hüller) trabaja como consultora en una importante empresa alemana con sede en Bucarest y lleva una vida perfectamente ordenada hasta que su padre (Peter Simonischek) llega de improviso y le hace una pregunta inesperada: «¿Eres feliz?».

«Podemos cambiar quiénes somos, pero no de dónde venimos», subraya Ade, que inició el guión de la película impulsada por la fuerza del concepto de familia, «que parece muy estático, con roles que nos aprisionan y cosas que no se dicen, generando distancias». A partir de esa premisa, la directora, guionista y productora residente en Berlín quiso contar la historia de un padre y una hija «que pudiesen empezar a conocerse de cero, como dos extraños».

Toni Erdmann

DIRECCIÓN: Maren Ade

INTÉRPRETES: Peter Simonischek, Sandra Hüller, Lucy Russell, Trystan Pütter, Hadewych Minis, Vlad Ivanov, Ingrid Bisu, John Keogh