Fuera de los límites del parque natural de las Sierras Subbéticas, también se encuentran algunos cerros que aún mantienen impenetrables manchones de vegetación natural, cada vez más acosados por el avance del olivar, cuando no por canteras que se van comiendo poco a poco sus laderas. Uno de estos últimos refugios de naturaleza silvestre es la Sierrecilla de la Trinidad, situada al sur de Priego de Córdoba, entre las carreteras A-333 y A-4154 o de Algarinejo, levantada a su vez sobre la colada del camino de Loja. El arroyo de los Arroyos, de redundante denominación, marca su límite septentrional y la separa del vecino cerro del Hambre, donde parece que el olivar va ganado la batalla al monte más contundentemente. En cualquier caso, por este flanco, una espectacular cantera ha asestado un enorme bocado y amenaza con acabar destruyendo totalmente el cerro del Lobo, que, con sus 944 metros de altitud, es la cota más alta de la Sierrecilla de la Trinidad.

Por eso resulta más agradable acometer la subida a esta pequeña sierra desde el sur, partiendo de unos altos llanos situados a los pies de la Tiñosa, a los que se llega después que la carretera A-333 remonte un puertecillo. Entre los kilómetros 24 y 25 de dicha carretera, a mano izquierda viniendo desde Priego, surge un camino desde el que podemos comenzar la marcha, en cuyo inicio encontramos una casetilla de uralita, a modo de improvisada parada de autobús. El camino atraviesa en su primer tramo un olivar, pero al borde del mismo se disponen buenos ejemplares de encinas y algunos matorrales de coscoja, matagallo, jara blanca, retama, torvisco, hiniesta, aulaga y, sobre todo, enebro, muy abundante en toda esta sierrezuela. Dejaremos a la derecha un chalet y, antes de llegar al cortijo del Puente, debemos desviarnos por un carril a la derecha que se retuerce para girar hacia al sur y luego de nuevo hacia al norte, ganando altura progresivamente. Al principio, se interna por una zona boscosa donde se van añadiendo nuevas especies arbustivas como la olivilla, el espino negro y la zarzaparrilla, y, especialmente en primavera, multitud de especies anuales, entre las que cabe destacar la bella orquídea mariposa. Llegaremos a un olivar que se ha infiltrado en mitad del monte. El camino prosigue por la linde del olivar hasta el final del mismo, donde debemos buscar una senda que se abre paso entre el matorral y continúa ascendiendo en la misma dirección. A partir de que lleguemos a los restos de una era, el monte se va despejando, y avanzaremos por una ladera donde abundan los majanos y muros de piedra, lo que denota que estos terrenos hoy abandonados antaño eran explotados de manera rudimentaria. Entre la hierba, crece abundantemente la orquídea piramidal.

Al coronar el cerro del Lobo, comprobaremos que en la cumbre se encuentran los restos de una vieja construcción. Se trata de una torre atalaya cilíndrica hecha de mampostería, con cuerpo inferior macizo y que se conserva en una altura máxima de 1,90 metros, siendo el diámetro de la edificación de 4,40. Se conoce como torre de la Sierrecilla de la Trinidad, y desde su supremo emplazamiento se disfrutan buenas vistas de las sierras de la zona. Es posible que la Torre de la Sierrecilla de la Trinidad fuese una de las atalayas construidas por los nazaritas entre 1332 y 1341, cuando la ciudad estuvo bajo la dominación del reino nazarí de Granada antes de la definitiva conquista cristiana.

La funcionalidad de esta torre pudo ser la de la de controlar por el sur los avatares que pudieran afectar a la ciudad de Baguh (Priego), de la que dista unos 4 kilómetros, y ponerla en conexión con otras atalayas del entorno, siendo las más cercanas la de la Pata de Mahoma, la del Espartal, la de Uclés, la del Calvario Viejo y la posible torre de Peñasdoblas. También pondría en conexión a Priego con las vecinas tierras granadinas de Algarinejo y la antigua población de Lagunillas, hoy aldea de Priego.