Ya estamos metidos en faena para recibir el caudal generoso del flamenco que se exhibirá en los distintos escenarios de nuestra ciudad, en esta ocasión un total de doce, en los que se dará rienda suelta a la pureza y a la vanguardia del arte jondo. Un torrente de voces y sonidos de guitarra, completados con la plasticidad del baile, sin duda lo más cotizado y exportable fuera de nuestras fronteras, ya que, al estar sustentado por los dos primeros pilares, nos ofrece plenamente la rica dimensión de las tres formas expresivas de nuestra más clara seña de identidad.

La Noche Blanca, no es necesario insistir sobre ello, reúne con creces estos elementos, aunque la equidistancia de los diferentes espectáculos y la coincidencia horaria de algunos de ellos no nos permita disfrutar de todos con la abstracción que ello requiere. Pero, ¿esta celebración viene teniendo en cuenta esta premisa? No. Se trata de vender un año más la marca de Córdoba con un bien cuidado estudio de mercado que contribuye a incrementar el turismo, aunque es preciso señalar que los niveles de visitas en las primeras ediciones eran ligeramente superiores a las de las dos o tres últimas, según nuestra apreciación. Pero, qué más da, la Noche Blanca se ha convertido en un clásico dentro de la amplia programación flamenca de nuestra ciudad con el siempre formidable argumento de que nos hemos convertido en la referencia de este arte, tal como su historia nos dice desde 1956, fecha mítica del primer Concurso Nacional de Cante Jondo, que más tarde adoptaría el nombre del Concurso Nacional de Arte Flamenco, por el que pasaron muchas de las legendarias figuras que brillan con especial fulgor en el cañamazo de la mejor historia del arte flamenco. Algo que nuestro Ayuntamiento tendrá que potenciar también para que ello no deje de ser una simple referencia histórica y quede diluido a favor de otros acontecimientos, que, aunque necesarios, no podrán nunca ser de la trascendencia histórica del Concurso de Concursos, como bien lo han calificado.

Pero volvamos a la Noche Blanca, cuyo acto inaugural correrá a cargo de la Orquesta de Córdoba y el guitarrista flamenco Daniel Casares, que interpretarán el Concierto de Aranjuez, del maestro Joaquín Rodrigo, y La Luna de Alejandría. Este joven guitarrista tiene una formación eminentemente flamenca y, al igual que en su día hizo Paco de Lucia, acometerá esta obra inmortal compuesta para guitarra clásica, por lo que nos mantendremos expectantes ante su resultado.

A las 23.00 horas, en el Patio de San Basilio, la plaza del Jazmín en Fátima y la plaza de la Marina en el Parque Figueroa, tendrán lugar, respectivamente, el temperamental y flamenquísimo baile de Rafael del Pino Keko y el cante del gaditano David Palomar, muy solicitado en Córdoba desde que ganó dos premios en la edición del Concurso Nacional en el año 2007. Las voces de la Peña Flamenca Femenina de Huelva nos darán a conocer esos Mensajes que son sentencia a través de la amplia gama de fandangos de su tierra. Y los hermanos Alfonso y Miguel Linares, guitarra y viola, respectivamente, nos presentan, junto con Fran Moreno, Jorge Muñoz, Salvador Anaya y Daniel Morales Mawe, la obra Origen, que reúne composiciones anteriores con otras de nueva creación compuestas por los dos hermanos y que han presentado en los mejores festivales del mundo, incluido el de la Guitarra de Córdoba.

La bailaora sevillana Isabel Bayón nos trae un montaje que pondrá en escena en entorno de La Calahorra, que, con la denominación de Lo Esencial logra mostrar lo fundamental, «lo primordial, la esencia, el fondo, el alma». Se trata de un espectáculo concebido para espacios intimistas en el que desarrollará una escogida gama de bailes.

Y a las 00.30 horas, la cantaora onubense Rocío Márquez, una de las más premiadas del momento, presentará como primicia el Romance a Córdoba que inmortalizara Pepe Marchena y que ella ha recuperado, imprimiéndole un aire nuevo. Completará su actuación con una escogida gama de cantes en el eterno escenario del Patio de los Naranjos.

Y a la 01.00 de la madrugada un recital que con el nombre de Jerezanos hará vibrar la remodelada plaza de San Agustín: Capullo de Jerez y Jesús Méndez, muy conocidos por la afición cordobesa, serán los encargados de ello.

Media hora más tarde, en el Compás de San Francisco se subirá al escenario una de las estrellas de la noche, Antonio Canales, que, acompañado por la cordobesa Carmen La Talegona, dará una vez más prueba de ese apasionado baile que lo encumbró en su tiempo y que sigue manteniendo como carta de presentación. Esperemos que cumpla las expectativas que se han puesto en él para esta Noche Blanca del Flamenco.

A la misma hora, en la plaza de la Corredera, Ali Khattab Trío fusionará el flamenco y la música andalusí en un «recorrido por composiciones clásicas occidentales y temas clásicos orientales en clave occidental».

En este mismo espacio de la plaza de la Corredera tendremos ocasión de escuchar, a las 2.30 horas, a una de las estrellas del cante del momento. El jerezano José Mercé nos dará a conocer su último trabajo, que, con el nombre de Flamenco, no alberga ninguna duda de que su repertorio ortodoxo y transgresor pronostica una plaza a tope, en línea con anteriores ediciones en esta cita con el arte jondo.

Una hora después, se podrá disfrutar del compás único e intransferible de Diego Carrasco. Este gitano, que fue antes guitarrista, compendia todo el sabor del más rancio cante jerezano. Ha sabido aunar lo antiguo con lo nuevo, y hoy no se puede entender el cante de Jerez sin su aportación, que muchos tildan de surrealista y otros de flamenquísima, No M’arrecojo es el trabajo que presentará en la emblemática plaza del Potro.

Por último, Alba Molina, la hija de ese legendario dúo para el recuerdo que conformaron Lole y Manuel, recreará las creaciones de su padre en este Caminando con Manuel y será acompañada por la guitarra de Joselito Acedo, todo ello al filo de las cinco de la madrugada, en el escenario habitual de la clausura de la noche, la Puerta del Puente, como colofón a esta intensa velada que pronostica la respuesta masiva de un público flamenco o simplemente con ganas de pasarlo bien.