Un año más, y van 37, la guitarra es protagonista en este tórrido inicio del verano cordobés. Como siempre, las secciones de jazz y blues, con sus aventuras y devaneos, tienen su lugar destacado dentro de un festival maduro que pretende cubrir la mayoría de ellas.

En orden cronológico de actuación, el día 3 de julio en el Gran Teatro llega el primer maridaje con el jazz que viene de la mano de una siempre celebrada fusión entre Oriente y Occidente, en este caso propiciada por La Casa Árabe de Córdoba. Desde la cercana Túnez llega el maestro del oud Dhafer Youssef. Autodidacta y miembro de una familia con larga tradición de muecines, Youssef es desde hace tiempo uno de los artistas más carismáticos de Túnez. Su voz es sobrecogedora y su forma de tocar el oud (instrumento árabe a partir del cual en Europa nació el laúd), deslumbrante y personal. Conjuga el misticismo de la música sufí, con la que se educó, con el jazz que descubrió de forma clandestina en su adolescencia. Diwan of Beauty & Odd es el nombre de su última creación que viene a brindar a Córdoba. Al día siguiente, martes 4 de julio, llegan unos conocidos al Gran Teatro, donde ya estuvieron en la edición de 2011. Lee Ritenour y Dave Grusin, una pareja musical que funciona a la perfección, llegan a Córdoba con un currículum impresionante. Lee Ritenour es, en principio, uno de los más sosegados maestros de la guitarra de jazz. A los 16 años el californiano ya tocaba con The Mama’s & the Papa’s. Hoy, a sus 65 años, ha cultivado otras orillas, seducido por el funk y, sobre todo, por la música brasileña. En la década de los 70 comenzó una relación fructífera, que llega hasta hoy, con el pianista, compositor y fundador del sello GRP, Dave Grusin, conocido como gran compositor de bandas sonoras de películas. Cerrando el cuarteto, otras dos potencias del jazz moderno: el bajista Tom Kennedy, colaborador habitual de músicos como Mike Stern, Dave Weckl o Harry Allen, y el baterista Wesley Ritenour, hijo de Lee.

Turno para el blues en la cita del miércoles 5 de julio, ya en el Teatro de la Axerquia. La exuberante Ana Popovic dará fe de tal calificación a lomos de su Strato presentando su reciente álbum, titulado Trilogy.

Popovic nació en Belgrado, no precisamente una de las cunas del blues, sin embargo, la universalidad del género y los desmanes de la guerra de los Balcanes hicieron posible que en Ámsterdam, donde se asentó su familia, Ana pudiera cultivar ese don para expresarse con las cuatro cuerdas.

El viernes 7 de julio recibiremos en el Gran Teatro a un curioso trío que camina por los cauces del jazz. El afamado violinista francés de la «factoría Zappa», Jean-Luc Ponty, estrella de la Mahavishnu Orchestra de John McLaughlin y Billy Cobham en los gloriosos tiempos del llamado Jazz-Rock, se une de gira, a sus 74 años, con su compatriota, el guitarrista Bireli Lagréne, habitual del festival, y al hijo de Clint Eastwood, Kyle Eastwood, reputado contrabajista norteamericano.

Se cuela en esta sección alguien que, en el presente, se balancea rozando el soul, el pop, casi el blues y jazz... pero que irrumpió en el mercado desde Irlanda, y como elefante en una cacharrería, haciendo un Rockabilly demoledor de sangre nueva por el que fue premiada y encaramada en la cima del Olimpo musical, donde es dificilísimo mantenerse si se escala demasiado rápido. Sin embargo, cuentan que, en 2011, cuando la esperadísima Imelda May, en la cresta de su ola, iba a pisar los escenarios españoles, incluido el de este festival, decidió marchar a Britania por alguna imperiosa razón que dejó con la boca abierta a miles de seguidores que tenían su entrada adquirida e iban a viajar para verla. El viernes 7 de julio, en La Axerquía, al parecer ya redimida de aquel desaire probablemente imponderable, devuelve aquel concierto que sus expectantes fieles esperan que supere, aun sin aquel impetuoso repertorio, cambiado por la presentación de su nuevo y quinto trabajo, titulado Life Love Flesh Blood, en el que parece no quedar ni rastro de su anterior personalidad de «briosa veinteañera».

Para finalizar reseñamos el que, a priori, puede ser uno de los conciertos más interesantes del festival, a cargo del guitarrista de jazz Kurt Rosenwinkel, el sábado 8. Salto cualitativo y cuantitativo el del norteamericano al protagonizarun ambicioso proyecto llamado Caipi, un disco en el que abarca el tiempo y el espacio.