Las aldeas y diseminados rurales de Priego constituyen uno de los exponentes más representativos de su población que, lejos de concentrarse en el casco urbano, se dispersa por la totalidad del término municipal. Obedece esta tendencia a la necesidad de ubicar la vivienda en el mismo lugar donde se tienen los modos de subsistencia (agricultura y ganadería), que además solía estar en un entorno agreste de difíciles comunicaciones. Llama la atención que la denominación de algunas aldeas prieguenses derive del nombre de una determinada planta. Ya vimos el caso de la aldea del Tarajal, y hoy vamos a hablar del Esparragal, aldea cuya denominación procede de otra planta, la esparraguera, muy abundante en sus inmediaciones.

El Esparragal, aldea de 233 habitantes, destaca por su entorno paisajístico y su arquitectura rural bien conservada, especialmente en el barrio llamado El Bajondillo. En el trazado urbano se puede adivinar la peculiar forma de cruz que ofrecían sus calles, aunque hoy aparezca algo desdibujada por las nuevas construcciones. Como todas las aldeas, El Esparragal cuenta con su propia fuente, en este caso de tres caños, de planta rectangular y completamente encalada, que vierte el agua a una alberca a unos 20 metros abajo y que es compartida por una pequeña comunidad de regantes de la zona. Antiguamente, por encima de la alberca existía un lavadero público.

El origen de la aldea como tal es bastante incierto. Se sabe que ya se existía en el siglo XVIII, aunque con una población escasa. Hay documentos que hablan de tan sólo 36 vecinos para el año 1777, aunque al parecer con el tiempo llegó a tener más de 1.200 habitantes, antes de que la crisis migratoria de 1960 diezmara su población. Al norte, la aldea está protegida por sierra Alcaide, imponente y áspera montaña que alcanza su cota más elevada en un vértice geodésico que recibe el mismo nombre que la aldea, Esparragal, de 1079 metros de altitud; y por cuya cuerda discurre el límite entre los términos municipales de Priego y Luque.

EL TORREÓN

Al sur, se hace especialmente atrayente un abrupto y pedregoso mogote de calizas y dolomías masivas, con ciertos picos que le confieren un aspecto encrestado, completamente aislado y al pie del cuál, en la vertiente opuesta a la aldea de El Esparragal, discurre el río Zagrilla. Aparece en los mapas topográficos como Torreón del Esparragal, denominación que tiene su explicación por la presencia en su cima -833 metros- de los vestigios de una torre, que, sin embargo es llamada por los vecinos de la aldea con el modesto nombre de La Torrecilla, ya que los restos que de ella quedan son mucho menores que los de la vecina Torre de Barcas. De esta torre, que tiene un diámetro de 3,5 metros, sólo se conserva algo más de los cimientos, aunque es suficiente para deducir que se trata de una torre cilíndrica o troncocónica y que seguramente pertenezca a la tipología de las torres de pequeño tamaño, macizadas hasta la altura de unos cuatro o cinco metros del suelo, con una o dos ventanas o aberturas a la altura de la cámara o habitación superior.

Desde esta torre se vigilaba y controlaba el paso del camino viejo que procedente del de Priego llevaba al piedemonte egabrense, y su amplio abanico de visibilidad la ponía en contacto con otras torres cercanas, como la Torre de Fuente Alhama, de Barcas, con la Torre Alta, la del Espartal y con la Torre Uclés.

Parece que se construyó en una época distinta a la del resto de torres nazaríes del campo de Priego, dado que sus características difieren algo de aquéllas. La duda está en si sería construida antes o en la misma época que la fortaleza de Asbarragayra, nombre que hacía alusión a una fortificación mayor que parece corresponder la de la cercana Torre de Barcas; o bien, fue levantada posteriormente por los cristianos, una vez que hubieron definitivamente arrebatado Priego a los nazaríes en 1341.