La aldea de Zamoranos está enclavada en un pequeño valle, rodeado de terrenos muy accidentados hacia el oeste, y abierto en una amplia planicie hacia el este, en la zona conocida como Los Llanos, el único lugar por donde puede crecer dicha población. El cercano valle del río Salado muestra un gran atractivo paisajístico, con los espectaculares tajos de Peña Parda y Peña Rubia, en su margen izquierda y derecha, respectivamente, cuyos nombres derivan del distinto color de la piedra que conforma estos farallones rocosos. Las aguas del río Salado fueron durante mucho tiempo motor de varios molinos instalados a lo largo de su curso. A un kilómetro de Zamoranos, frente a Peña Parda encontramos la antigua central hidroeléctrica del mismo nombre. Más al norte se localiza el paraje del Cerrajón, donde las aguas del río Salado movían otra central hidroeléctrica, que estuvo en funcionamiento hasta hace pocos años, y hoy día acoge una almazara de aceite.

Como continuación de la calle Cerrajera parte un camino que, rodeando el cerro de las Minas por el sur, llega hasta el molino de Peñaparda. Para llegar a Peña Rubia es mejor salir de Zamoranos por la calle La Parras, que se continúa por un camino que desciende hasta el valle del Salado, pasando por bajo de esta espectacular pared rocosa. Desde un punto de vista geológico, podríamos describirla como una escama de calizas dispuesta entre margas y yesos del Triásico, en la que los estratos han quedado en posición vertical, ofreciendo al que por allí se acerca toda su monumental belleza, con su color rojo cobrizo que brilla y resplandece en todo el valle cuando lo ilumina el sol. Muestra numerosas oquedades donde hacen sus nidos los cernícalos comunes y las grajillas.

Por este mismo camino podemos llegar hasta el molino del Cerrajón. Para ello, debemos continuar hasta el mismo cauce del río Salado y proseguir por su margen derecha, atravesando algunas pequeñas parcelas de olivos dispuestas en las pocas vegas situadas entre el río y los encrespados cerros que lo rodean. La heterogeneidad del conjunto de estos materiales propicia la formación de un paisaje muy peculiar de cerros o crestones aislados englobados en materiales margosos: arcillas de colores abigarrados o rojos, carniolas y yesos.

La gran mayoría de estos cerros están formados por los materiales carbonáticos del Triásico, y dan lugar a formaciones muy llamativas, como agujas rocosas a modo de chimeneas de hadas o una gran piedra horadada que forma un espectacular arco de piedra. Para los geólogos, esta unidad carbonática recibe precisamente el nombre de Formación Zamoranos y se extiende de manera muy dispersa por gran parte de la provincia de Jaén y Córdoba, y en algunos puntos de la provincia de Granada y Málaga. Toma su localidad tipo de la aldea de Zamoranos porque en sus cercanías afloran numerosos bloques o cerros carbonáticos característicos de esta formación, que, además, formaron parte de Coto Minero Zamoranos.

El camino se aparta momentáneamente del río para ascender por la pedregosa ladera de la derecha. Abajo, el rumor del agua nos avisa de lo que al momento vamos a divisar: una presa de unos 15 metros de longitud y rostro de perfil recto con acusado talud y doble peldaño, que produce un salto de agua en torno a los 5 metros.

Esta presa, edificada en mampostería y hormigón, toma el agua del río Salado para llevarla al antiguo molino y central hidroeléctrica del Cerrajón, situada a unos 500 metros al norte, que en la actualidad se encuentra convertido en la almazara del mismo nombre. Esta presa, que fue edificada en 1953 para dotar de un mayor salto y caudal de agua a la antigua central hidroeléctrica, se encuentra muy bien conservada y sustituyó a otra más baja que existía en el mismo lugar para alimentar el caz del anterior molino harinero.