Si quiere usted disfrutar del amor, la pasión, la venganza, la lujuria, el asesinato, el sexo... y no pecar, venga a la ópera», rezaba un anuncio en el New York Times en los años cincuenta del pasado siglo. Si alguna ópera contiene todo esto, esa es Carmen.

Con la producción escénica del Teatro Villamarta de Jerez y la musical del IMAE Gran Teatro de Córdoba, se representará hoy viernes y también el domingo Carmen, de Georges Bizet (1838-1875). La Orquesta de Córdoba actuará bajo la batuta de Lorenzo Ramos y junto a ellos, el Coro de Ópera Cajasur, dirigido por José María Luque y la Escolanía Cajasur Córdoba, dirigida por María Auxiliadora Belmonte. En los principales papeles solistas actuarán figuras con carreras en franco ascenso: María José Montiel (Carmen), que llega en un excelente momento de su carrera y con un papel que domina; Albert Montserrat (Don José), que forma (buena) pareja con Montiel, Auxiliadora Toledano (Micaela), la figura cordobesa del elenco, y Javier Franco (Escamillo).

La dirección escénica corre a cargo de Francisco López, que cuenta con amplia colaboración cordobesa: Jesús Ruiz (escenografía), Inmaculada Aguilar (coreografía), así como integrantes del ballet y los figurantes. La obra fue encargada por la Opéra Comique de París y estrenada en marzo de 1875 con libreto de los más afamados autores del momento, Henri Milhac y Ludovic Halévy, sobre la novela homónima de Prosper Merimée.

La sencillez del argumento no es óbice para que albergue temas arquetípicos que dan para largas reflexiones: Carmen es una atractiva y fiera mujer gitana que es capaz de hacer perder la razón a los hombres, arrastrándolos a la perdición y la disolución. El cabo Don José se somete a la voluntad de la seductora Carmen hasta renunciar al que fue su mundo (pareja, posición, respetabilidad...) para terminar abandonado por ella, que se decanta en favor del torero Escamillo. El desenlace se produce con la muerte de Carmen a manos de un Don José despechado. Hasta aquí la interpretación del siglo XIX.

Sin embargo, el poliédrico contenido arquetípico de Carmen nos permite actualizar, afinar y desvelar el arquetipo y el retrato social vigente en la obra, dado que la Carmen contemporánea no es la mujer fatal que nos dicta la moral del XIX, sino una mujer inteligente, libre, autónoma, fiel a sus principios y que lucha por ser dueña de sí misma en un mundo masculino depredador -como con seguridad lo era el de la España decimonónica para cualquier mujer y lo sigue siendo en muchos casos en la actualidad, las noticias y las terribles cifras así lo atestiguan-. Don José ya no puede ser solo el hombre inmaduro que pone su devenir en manos ajenas sino además un monstruo posesivo y abominable y por último, el crimen pasional ya no es una salida que envuelve un asesinato en la turbidez de la intimidad, excusándolo, sino un crimen machista sin paliativos.

La obra no resultaba de fácil digestión en los círculos burgueses por su inmersión en los retratos de la marginalidad, temática moralmente abrupta, sin embargo, el exotismo que emanaba por aquel entonces el tema español -la acción se desarrolla en Sevilla, con participación de gitanos, toreros...- así como la excepcional música que le da hálito la han llevado al éxito indiscutible en los teatros.

El escenario cultural de la obra es la España tópica, un apéndice de Europa en declive, atrasado, escenario de pasiones e impulsos de lo concupiscible que contrastan fuertemente con el ambiente cultural del muy racionalista siglo XIX francés -representados por la pugna entre el torero (Dionisos) y el militar (Apolo-Ares)-: de ahí la atracción por los mitos que propone. El erotismo que irradia esta mujer indomable es uno de los motores de la acción, que transita por paisajes emocionales intensos y violentos, en los que sus personajes principales están abocados al abismo -Don José y la propia Carmen- o a la gloria -el torero Escamillo-. Todo o nada. Maximalista Merimée.

Aunque, sin duda, la música compuesta por Bizet es la gran responsable de que esta obra se mantenga en cartel más de ciento treinta años después de su estreno. En ella, el autor supo recrear un ambiente romántico-folclórico muy expresivo y de gran colorido que ha sido su sello de identidad a lo largo de los años y que es fundamentalmente resultado de la creatividad de Bizet, que compuso la gran mayoría de las melodías ex novo.

CÓRDOBA

GRAN TEATRO

VIERNES 17 A LAS 17.21 HORAS Y DOMINGO 19 A LAS 19.19 HORAS