Vuelve a Córdoba El Barrio, el profeta callejero del nuevo flamenco de masas. El cambio social y tecnológico de las últimas décadas ha propiciado un giro para el flamenco, ese arte ya universal gracias a «dioses» como Camarón, que dejaron una huella indeleble para muchas generaciones. Eran tiempos en los el sentimiento cantado partía de honduras mucho más reales. Las gargantas sabían a sangre y las guitarras lloraban notas, estableciendo, por tanto, paralelismos emocionales con otras músicas hijas del agobio y demás presiones sociales. Una cota difícil de alcanzar que dejaba expectante a medio mundo, que fue asistiendo a esas fusiones y alianzas que los puristas no tuvieron más remedio que asimilar.

En este jardín sin podar, donde convivieron el rock andaluz o el jazz y se asomaban la herencia norteafricana e, incluso, la música brasileña, es en el que aparece El Barrio, alguien con la memoria suficiente en su voz como para venerar a los clásicos como Manolo Caracol y, a la vez, tener el poder de entroncar también con las nuevas generaciones y popularizar otra inédita vuelta de tuerca basada en el flamenco, construyendo un sólido puente hacia una actualidad en la que se reivindica la tradición en la composición y, sobre todo, la herencia de calle, tan importante en El Barrio. Es la evolución callejera y «sostenida» del género.

Desde su gaditano barrio natal de Santa María, de donde toma su nombre artístico, José Luis Figuereo Selu se crió entre paredes de peñas flamencas y cogió su primera guitarra a los 14 años. Escuchó a los que hoy confiesa como sus referentes, Cai, Triana, Alameda, Medina Azahara, y, por supuesto, a Paco de Lucía. A los 18 se pateó los tablaos de Córdoba y Sevilla, y reconoce que aquellas penas son las que verdaderamente le curten para poder expresarse ahora. Llegó a acompañar al baile a Antonio Canales y a Sara Baras, y fue una maqueta la que le abrió las puertas de Senador, su discográfica. Sintió pánico entonces, y decidió hacer un cursillo de soldador, pero poco tiempo le bastó para decantarse por lo suyo, ser artista. Nace así un nuevo apóstol del flamenco (es muy religioso), un poeta urbano cargado de expresiones populares con la habilidad de creerse lo que hace y hacer creer a cada uno de sus seguidores que tiene una canción hecha a medida para él, manteniendo así un vínculo sentimental recíproco que le identifica con su público, y viceversa, una fórmula que le ha funcionado a las mil maravillas.

El Barrio tamiza, probablemente fruto de su personalidad y valiosa impronta natural, la herencia flamenca, lo antiguo, para transformalo en lenguaje válido para una buena parte de las nuevas generaciones. Éstas, sin saberlo, esperaban algo así, cercano, directo, conciso, que aborda, con las dosis justas de tragedia y dramatismo, unos textos que llenan estadios. Trabaja casi con los mismos músicos desde el principio. Desde su primer disco, Yo sueno flamenco (1996), cuenta ya con once más en su maleta y continúa en una línea ascendente que le lleva a hacer giras de invierno y de verano, como la que ahora le trae de nuevo a Córdoba para presentar su nuevo disco, Las Costuras el Alma. En esta ocasión El Barrio se ha metido en la piel de un viejo sastre de corazones para contarnos nuevas historias a través de sus canciones.

Tras haber celebrado sus dos décadas en la música con dieciséis conciertos de su Tour 20 en 2016, en 2018 se embarca en una nueva gira con una producción única, que promete convertirse una vez más en uno de los mejores directos del año y con la que visitará las principales ciudades españolas. Un espectáculo que repasará los grandes éxitos de su carrera. El Barrio demuestra una vez más de que la inmortalidad de un género puede pasar, por ejemplo, por conseguir esa capilaridad a base de «llanuras» y nuevos riesgos de instrumentación.

CÓRDOBA

PLAZA DE TOROS

VIERNES 22

22.30 HORAS