CÓRDOBA

TEATRO GÓNGORA

VIERNES 16

20.30 HORAS

Noche de teatro en el Góngora hoy, a las 20.30 horas, con la puesta en escena de la obra original de J. Sanchís Sinisterra ¡Ay, Carmela!, con Cristina Medina y Santiago Molero, dirigida por Fernando Soto.Sanchís Sinisterra dibuja dos personajes: Carmela, valiente y espontánea, junto a Paulino, pragmático y cobarde. Son actores, un grupo de cómicos que ameniza como puede a los soldados republicanos durante la Guerra Civil española, pero están cansados ya de pasar penalidades en el frente y deciden marchar a Valencia, aunque un error les lleva a parar a la zona nacional. Allí, son hechos prisioneros y la única manera de salvar sus vidas es ofreciendo un espectáculo para un grupo de militares que chocan de lleno con la ideología de los cómicos.

¡Ay, Carmela! Es un canto a la supervivencia, a la dignidad del ser humano, un suspiro, un dolor encerrado en un «ay». Es una historia contada desde los ojos de Paulino, un muerto en vida que necesita aferrarse a la idea de que la aparición de Carmela, una muerta que vuelve a la vida, es real, y que el espectáculo debe continuar como sea.

Carmela regresa del mundo de los muertos para hacer ver a Paulino la realidad de la vida, para decirle que es un cobarde y que no hay que tener miedo. Vuelve para hacerle ver la vergüenza de llevar una camisa que no le pertenece. Fernando Soto, director de esta puesta en escena, da su punto de vista personal sobre el texto con sus palabras acerca de que su visión no es la de un ¡Ay, Carmela! como espectáculo de «tono político o reivindicativo», ya que su intención con este montaje es querer volver a lo que cree son «los orígenes de este texto y que no es más que la relación de dos pobres seres humanos (en este caso cómicos) en un contexto tan brutal como es una guerra, donde la palabra justicia se vuelve sorda por el ruido de las bombas». Se puede ver esta obra como la historia de dos supervivientes que lo único que tienen para seguir adelante es necesitarse el uno al otro y que, incluso estando uno de los dos ya muerto, esa dependencia se hace más palpable. Y si algo reivindica, «es la idea de que los muertos no deben caer en el olvido, que los muertos acaban de morir cuando dejamos de recordarlos». En esta línea, el propio Sanchís asegura que este texto «bien vale para los desaparecidos de Argentina o de Chile, para los asesinados en Medellín o México o la salvajada de los campos de concentración nazi, entre otros tantos casos más».