Desde el poblado de Algar surge hacia el norte un camino terrizo que finaliza en el cortijo de Peñarrubia y que pasa también por las ruinas del cortijo de Escuchagranos, que da nombre a todo el paraje. Es una buena alternativa si preferimos abandonar el asfalto para dar un agradable paseo disfrutando del paisaje. En realidad se trata del camino provincial «de Escuchagranos» (CP-176). Tiene algo más de 2 kilómetros y finaliza en un collado situado a 780 metros de altitud que separa dos prominencias que forman parte de una loma alargada que se prolonga hasta el portezuelo de Palojo. El camino asciende dejando a la derecha el barranco de Ramírez, que nos separa de Sierra Encinillas. Al borde del mismo se sitúan las ruinas de varios cortijos, que hacen evidente el abandono del medio rural.

Desde el collado donde se sitúa el cortijo de Peñarrubia, podemos descender hacia la otra vertiente por un camino algo más desdibujado hasta cruzar la cabecera del arroyo Algar, rodeado de algunos álamos, y aproximarnos a la pared rocosa que se alza de frente, por encima de la cual se dispone el paraje de Los Hoyones y el cerro de la Camorrilla. A los pies de este escalón calizo se aferra un denso y alargado bosquete que cuenta con buenos ejemplares de encinas y quejigos. Si descendemos hacia el sur saldremos a los prados de Salmerón, un delicioso valle rodeado de vetustas encinas y quejigos, en cuyos alrededores Antonio Carbonell Trillo Figueroa citaba restos antiguos, como aparece en un Boletín de la Real academia de Córdoba del año 1949. Al otro lado de la carretera se extiende el encinar adehesado de Sierra de Gaena.