Sin duda, el miércoles es el día de los contrastes en la Feria. El día de los cacharritos baratos (y ayer, calentitos al sol), el día del 'botellón' bajo un sol de justicia con los otros 'cacharritos' recalentados y el día de las comidas de empresas, éstas más fresquitas en casetas con aire acondicionado, a Dios gracias, que si no la Feria hubiera terminado con las plantillas de varias decenas de las empresas que aún nos quedan. Un día, en resumen, con las mejores versiones y mayores perversiones de la Feria.

Lo más llamativo en el campo de la polémica fue el ya tradicional 'botellón' de fin de clases, donde miles de jóvenes volvieron a reunirse en el Balcón del Guadalquivir. Eso sí, este año con 34° C a la sombra (unos 40° C al sol), recocidos y deshidratados como en pocas ediciones anteriores. Hay que estar de acuerdo con el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado, y la concejala de Seguridad, Carmen Sousa, en que bastante civismo tienen los jóvenes y bastante pocas cosas ocurren. En todo caso, y ya no por la estética de la Feria o la normativa, muy poco respeto parece tener esta sociedad con su juventud.

DESDE SUIZA CON AMOR

Son perversiones de una fiesta que hay que mejorar (no digo 'eliminar'), sin que todo ello signifique que esta Feria abierta (más o menos) pierda atractivo y deje de sorprender a los visitantes, particularmente a los extranjeros, a los que se ve en ocasiones despistados como un ternero en una discoteca y otras boquiabiertos de admiración. Un ejemplo es el caso de Inma Cabezas, de Villanueva de Córdoba pero que lleva casi toda la vida en Suiza. Desde Martigy se trajo a cinco amigas para celebrar en la Feria su cumpleaños. Eso es poderío y fe en la Feria.

Así se explica que la ocupación hotelera en Feria también roce los fines de semanas el lleno, aunque aún quede mucho para que la fiesta sea un atractivo turístico internacional de primera magnitud. Quizás desde el punto de vista turístico se ha apartado mucho a la Feria del centro de la ciudad. Al respecto, todavía hay nostálgicos del Paseo de La Victoria 21 años después y quienes proponen ahora usar el Paseo de Córdoba para una Feria de Día. Por supuesto, se sigue apostando por El Arenal, pero con una profunda transformación que evite que cada año se invierta de media entre 18.000 y 20.000 euros para montar y desmontar una caseta. Un derroche hoy poco comprensible.

Por cierto, que la crisis ha castigado mucho a las casetas populares y abiertas. Mientras que las carpas de las cofradías aguantan el tirón y las tradicionales prosperan, casi lo mismo que discocasetas y restaurantes, las casetas ‡2de siempre‡1 van desapareciendo. Ya cuesta encontrar un sitio con cocina entrada la noche. Otra pequeña perversión de la Feria. Y en el plano institucional, este año, entre la crisis y la coincidencia de las elecciones con su complejo resultado, parece como si hubieran llevado a los colectivos a organizar menos recepciones. No fue el caso ayer de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), que celebró un grato encuentro.

OCHENTEROS AL PODER

Y es que hablando de versiones y de reinventar la Feria, hay que ver el éxito de grupos como Radiopop (ayer, en la Municipal a las 16.30) o Planeta 80 (en La Becerrá, todos los días) actuando por la tarde con sus versiones de temas de aquellos tiempos para todo tipo de gente, pero sobre todo cuarentones y cincuentones (como un servidor) que se lo pasan pipa y que si hace tres décadas no tenían un duro, ahora con la crisis son los únicos a los que les queda algún euro para gastar. Y los de las casetas lo van entendiendo. En esta Feria más que una próxima 'canción del verano' lo que hay son buenas versiones. Incluso en el flamenco, como El Claus y su Gente (¡qué fiestón ayer en La Municipal!) o el espectáculo estelar de anoche en la Municipal del Canijo de Jerez. Por no hablar de todas las versiones de la música en directo de las orquestas. Ahí estuvieron ayer la incombustible Banda Sureña, la orquesta Capricho (Caseta Cajasur) o Ándalus (caseta Municipal).

Y claro, también hay perversiones musicales como esas cintas de popurrí de rumbas que vienen sonando ya tras tres décadas siempre así, igual que siempre, lo mismo que toda la vida. ¡Por Dios, si para ponerlas habría que pedir permiso a la Delegación de Cultura y hacer una cata arqueológica previa!

Versiones para una Feria en la que el miércoles mostró a la vez su mejor faz y su lado más polémico. Dos caras de la Feria de una misma moneda. Como la vida misma.